jueves, 4 de agosto de 2011

DIA DE CONTRASTES. LA DURA REALIDAD



Cada día que pasa el picante se hace más agradable y digestivo, y cuando hablo de picante no me refiero al tabasco, eso aquí es como una mermelada de frutas. Los sabores de India me resultan mucho más llamativos que los olores. Y como gran fartón que me considero lo pruebo todo. Cualquier cosa que se acerca a mi boca la ingiero con gusto y sin pensarlo dos veces y hasta ahora puedo aseguraros que nada de lo que he comido ha sido desagradable para este estomago triturador que poseo. Aquí todo pica, hasta la sopa de tomate, que antes de empezar a comerla pensaba que iba a ser parecida al gazpacho; nada más lejos de la realidad. Yo más bien lo llamaría gazpacho del infierno.

Antes de comenzar esta aventura me habían dicho que cada día iba a ser distinto al anterior, que abriera bien los ojos y que intentara no dejar escapar imágenes que quizás no se volverían a repetir, momentos jamás vividos que nunca volverían a serlo. Creo que no seré capaz a acostumbrarme a situaciones que hoy, un día de contrastes, he vivido tan de cerca. Se que lo que os voy a contar ahora es duro, pero es la realidad en la que vivimos.
Mientras el monzón mira de reojo amenanzando las calles con inundarlas en menos de lo que canta un gallo, que por cierto son habituales por estos lares cruzando entre los coches y sin apenas inmutarse, he vuelto a salir al laberinto de estrechos callejones y largas avenidas a ver lo que me deparaba el día. La primera punzada a mi estomago ha sido ver como cientos de moscas se daban un festín a base de dos ratas muertas en plena acera aprovechando hasta el último gramo de carne; y lo que es el morbo, allí me quedé mirando como se las zampaban. Con esa imagen en mi retina continué deambulando por la ciudad de los ricos y los pobres un tanto perdido, no sabiendo muy bien a donde dirigirme y me topé de bruces con un anciano enfermo sentado en la acera muy cerca de aquel banquete de roedores a la carta. Al hombre le faltaba un brazo y el otro simplemente era un muñón carcomido por la lepra. Y es tal la impotencia que sentí por no poder hacer nada que decidí continuar caminando,  maldiciendo mi cobardía ante tal situación. Se que no puedo arreglar el mundo, lo se, pero algo dentro de mi me golpeó con mucha más fuerza de la que os podais imaginar. Traté de asimilarlo convenciéndome de que aquella situación la volvería a ver una y otra vez en un país donde desgraciadamente la lepra golpea a los más débiles sin apenas compasión, y tanto es así que no tardé mas de dos minutos en ver, esta vez a un niño de no más de 10 años con partes de su cuerpo mutiladas por esa maldita enfermedad. ¿qué se puede hacer ante esto? volví a preguntarme si podría cambiar esta situación de alguna manera. Mi instinto me dijo que si, pero rápidamente el sentido común me puso la zancadilla y me hizo volver a la vida real; una realidad con más de 3.000.000 enfermos que no saben cuando se acabará el túnel por el que circula su vida, ausente de calidad y de compasión de los demás transeúntes. Se que no hay vacunas o si las hay son muy caras, se que no hay salida para esta pobre gente, pero eso no me tranquiliza, no es razón suficiente para que pueda acostarme por la noche sin que se me venga a la cabeza que este mundo es injusto, y aun más con los que menos tienen. Sólo pido que su calvario sea lo menos duro posible. Sólo pido que este mundo se de cuenta de lo afortunados que somos algunos y de que la sombra en donde habitan los más desdichados es mucho más larga que la luz que brilla en nuestras idílicas vidas.
Hoy no hay fotos, sólo un momento para la reflexión.

2 comentarios:

RRR dijo...

Mas fuerte es la vida en lo bueno y en lo malo , por eso aprovechan lo bueno con una intensidad que nos deberia dar envidia , se tiene siempre presente lo crudo.

Anónimo dijo...

La vida es jodida...no solo en India...en todas partes, pero es lo que hay...nadie nos preguntó si queriamos venir a este mundo pero aqui estamos, lo que está claro es que hay que pasar malos momentos para poder disfrutar de los buenos...
Un abrazo!
Barba.