viernes, 10 de febrero de 2012

El gusto ha sido mío


Recuerdo que cuando empecé a escribir este blog me preguntaba como sería mi ultima entrada, como se desarrollaría mi estancia en India y cual sería mi sentimiento al sentarme delante de mi inseparable compañero de viaje, querido portátil. Antes de abandonar un lugar en el que he vivido me gusta mirar hacia detrás y hacer un balance de las vivencias, de las experiencias sufridas, y como no, de las personas que se cruzaron por mi camino.
 Recuerdo que cuando llegué era un manojo de nervios. Nervios controlados por mis ansias de navegar por aquel mar de aventuras que se presentaban delante de mi. Nunca fui muy dado a planear mis viajes: maletas a ultimísima hora, carreras para despedirme de todos los míos, último detalle olvidado del que decides prescindir. Vamos, que no soy un ejemplo a seguir a la hora de emprender un viaje. Pero eso es lo bueno que tiene viajar solo, dependes de ti mismo, y eso me gusta.
Al aterrizar en Mumbai, estaba tan excitado que apenas me preocupé de donde dormiría aquella noche. No tenía una guía de la ciudad y tampoco sabía muy bien a donde dirigirme, por lo que la excitación crecía a cada paso que daba; pero en esta vida todo va saliendo encaminado y aquella noche dormí bajo las estrellas, escondidas por la polución, que se dejaban ver desde aquel pequeño cuarto que hacía de guarida del recién llegado.
 Los primeros días no daba crédito de lo que me estaba pasando, no era consciente de la inmensidad de la ciudad que habitaba. Elegí el barrio de Lower Parel, cerca de mi lugar de trabajo y, porque no decirlo, uno de los barrios más transitados de esta jungla. Miles de personas, a cualquier hora del día cubrían lo que quedaba de lo que algún día fueron aceras, Con el tiempo, aquel barrio me fue consumiendo: la constante pelea en la calle para conseguir un simple paquete de tabaco sin que te intentaran timar, las obras nocturnas del tranvía que se está construyendo aquí, el inmenso mar de cuervos que habitaban delante de mi ventana, todo eso me hizo tomar la decisión de cambiar, y trasladarme a Mahim, otro bullicioso barrio pero sin duda alguna, mucho más placentero para vivir que el anterior.  Bombay es tan inmenso que comparo los barrios con pequeñas aldeas que forman la gran urbe.
He sido un afortunado a la hora de tener que valorar a la gente que conocí. En mi trabajo la calidad humana era gigantesca. Desde el primer minuto que allí pasé me sentí arropado por mis compañeras. Han sido una parte muy importante para mi en esta ciudad. Y mi jefe, un auténtico crack. A nivel de calle, las amistades que he hecho aquí las podría calificar de profundas. Esta ciudad es dura, y te aferras a tus amigos para sobrellevarla. He hecho grandes amistades en este país, y eso quizás sea lo más importante que uno se lleva de cada lugar. No suelo echar de menos los lugares, pero siempre echo de menos a la gente que allí se queda, abriendo un vínculo para siempre; ellos saben de quién hablo. Creo que está vida que me ha gustado llevar me ha premiado y hecho millonario. Millonario de buena gente a mi alrededor.
Abandono este país demostrándome a mi mismo que en esta vida si se quiere se puede. Deseaba venir a India desde hacía mucho tiempo, y aquí he estado. Abandono este país sabiendo que en algún lugar de este caos, una pequeña parte de mi se queda. Abandono este país sabiendo que algún día volveré para recorrerlo, para explorar la inmensidad de cada una de sus esquinas.

Atrás quedan mis excursiones monzónicas de los primeros meses con aquella lluvia incansable que aparecía cuando menos lo esperabas. Atrás queda mi reencuentro con mi amigo Gus en el que disfrutamos de un concierto tan heavy metal que ni se celebró. Atrás queda Goa con mi querida prima. Atrás quedan muchos recuerdos que me los llevo a mi siguiente destino.

Una nueva puerta se abre, un nuevo camino por explorar. Un país soñado por mi incluso antes que India. Un viaje que ya tuve planeado y que al final la ruleta giró y lo cambiamos por Latino América, quedando pendiente para el futuro. Tailandia me va a brindar la oportunidad de vivir su día a día, de instalar mi sueño sobre el asfalto de la ciudad de Bangkok. Una nueva página de mi vida está apunto de ser estrenada y yo quiero estar allí para poder escribirla. Ha sido una decisión tomada por mi para seguir creciendo, para continuar sumando días de mi vida intentando ver que es lo que hay un poco más allá. Nos queda tanto por descubrir…
 Desde lo más profundo de mi corazón os quiero agradecer a cada uno y cada una de vosotras todo el apoyo que me habéis mostrado cada vez que leíais mis entradas. Todo el cariño que me habéis dado también me lo llevo conmigo a Tailandia, y eso es lo que me hace estar ilusionado para continuar mi andanzas por Asia y dejarlo escrito en mi siguiente blog  www.berenbangkok.blogspot.com Allí os espero. Un millón de gracias por estar ahí, ha sido un autentico placer compartir un trocito de mi vida en un trocito de este inmenso país con todos ustedes.
Gracias a las personas más próximas a mi por entenderme y comprender que soy así. Os quiero de todo corazón.
Gracias India, en el futuro nos encontraremos.


Aquí os dejo un vídeo de esta etapa de mi vida :)
Pincha para ver el video

martes, 7 de febrero de 2012

De casta le viene al indio


Hay días en los que la distancia duele más que otros. Siempre  llevas parte de tu mirada en el recuerdo de tu tierra, de tus gentes. Soy muy dado a imaginarme situaciones cotidianas, y aquí día tras día me imagino algún amigo o un familiar paseando conmigo por esta ciudad y me imagino su cara, unos ojos abiertos como platos que digieren poco a poco lo distinto de este país, de este mundo que es India. Y ya que estamos imaginando, juguemos a pensar que estamos caminando por una especie de larga avenida en la que están todas las castas de India representadas.  Se que es un tema controvertido y bastante complicado, pero intentaré que os sumerjáis dentro del pasado y también porque no decirlo del presente de India.

En todas las culturas existen las clases sociales, pero aquí, aparte también existen las castas, una forma de clasificar a la sociedad establecida por el hinduísmo. La casta es algo hereditario, y existe en India desde el año 2500 a.C aunque fueron los portugueses los que utilizaron esta palabra cuando conocieron por primera vez el sistema social indio, y que era lo que ellos llamaban “varna” y que puede significar “color de piel” o “clasificar y dividir en partes”. La sociedad se dividió en cuatro grupos dependiendo del trabajo que realizaran y auque al principio uno podía elegir su camino dependiendo de sus prioridades o destrezas, cuando el sistema se endureció, cada persona tenía que continuar la labor de su padre y por lo tanto trabajar de lo mismo que él. A partir de este momento la mayor de las desigualdades arrivó a este lugar, quedándose por mucho años.

El hinduísmo cuenta que los seres humanos nacieron del cuerpo de una divinidad llamada Brahmā y que dependiendo de la parte del cuerpo de la que nacieran pertenecería a una casta u otra, y gracias a esta “divina divinidad” existen las castas y éstas se dividen en cuatro:

Los brāhmanes (sacerdotes, maestros, académicos) son la casta más alta, que, según ellos, salieron de la boca de Brahmā.
Los chatrías (clase política-militar), que salieron de los brazos de Brahmā.
Los vaishias (comerciantes, artesanos, ganaderos y agricultores), que se formaron de las piernas de Brahmā.
Los shudrás (siervos y los obreros), que provienen de los pies de Brahmā.

Estas cuatro castas a su vez, y con el tiempo se fueron dividiendo en subcastas, por lo que la desigualdad absoluta se convirtió en la verdadera reina de la sociedad.

Pero existía una sección de la sociedad que era la más marginada y ni siquiera formaba parte del sistema. Eran quienes hacían los trabajos sucios. Incluso se consideraban físicamente impuros y no les estaba permitido mezclarse con las demás castas. Se les conocía como  los parias, los intocables y realizaban su trabajos en los crematorios, o recogían la basura… Incluso los barberos eran de esta categoría. Fue a este grupo social a quien Gandhi llamó ‘harijans’ o los hijos de Dios.

Todo esto es lo que dice la teoría, se habla de que las castas están abolidas y que el sentimiento de intocable ya no existe. Pero yo os voy a hablar desde mi punto de vista, de mi experiencia en este país. No se si en el libro, las castas existen o no, no se si las diversas opiniones que me dieron las personas a las que les pregunté son verdaderas o falsas (y muy dispares entre sí) lo que si se es lo que mis ojos han visto, lo que mi interior ha vivido. No se si denominarlo castas, clases sociales o como mejor os suene, pero aquí, como en cualquier parte del mundo las desigualdades existen, a cada paso que das. Desigualdades a pie de calle, desigualdades en los trabajos, desigualdades en la desigualdad. Los sueldos en una oficina pueden variar tanto que se hace incomprensible. De sueldos millonarios hasta los ochenta euros que puede cobrar al mes “el último mono” (con todos mis respetos) del mismo centro de trabajo. Y con ese sueldo tira para delante de tu familia, aguanta los malhumores de tus superiores y todo esto con una sonrisa en la boca. He notado multitud de desprecios hacia trabajadores de un “menor nivel, humillándolos en público sin ningún temor al sufrimiento que le pudiera estar causando al pobre muchacho reprendido. He visto como les dan de comer paquetes enteros de pan de molde a las vacas que están por la calle mientras al lado de estos animales dos niños semidesnudos rebuscan entre la basura un resto de lo que nosotros nos sobra. Tengo un amigo indio que está enamorado de una chica desde hace años. Ella también siente por él algo especial, pero los limites aquí no los pones tú, los impone la sociedad y al ser de una casta inferior, ese amor nunca se llevará a cabo. He visto multitud de situaciones que me aseguran que las castas siguen instaladas en India, que están aquí para quedarse ya que es la religión la que en este país gobierna, y lo que dicen los que mandan va a misa.

Suerte y salud!


Más indio que los indios 

lunes, 2 de enero de 2012

El símil


Podríamos empezar este año con un símil: cada día que pasa me doy más cuenta de que está ciudad es como una relación amorosa… (ahora explica eso chaval). Cuando llegué a India, ya casi han pasado seis meses, el encuentro con esta ciudad fue como un flechazo. Todo era tan distinto de lo que había vivido hasta aquel momento que me escabullí en la gran urbe como un gato curioso en busca de nuevos rincones y aventuras cada día. Era como el principio de una relación, un mundo nuevo por descubrir, multitud de sentimientos encontrados poniéndome entre la espada y la pared, haciéndome dudar en si habría acertado al elegir aquella ciudad (pareja) para compartir parte de mis días.  Después del primer tonteo, poco a poco me fui enamorando de este lugar al mismo tiempo que le iba encontrando sus primeros defectos (me imagino que ella a mi también). Una ciudad que te pone un caramelo en la boca y cuando lo vas a saborear, un niño hambriento te pide una rupia para poder comer, con el mundo de las mafias haciendo de sombra a ese momento. Una ciudad tan caótica que roza el orden casi perfecto; cientos de  miles de peatones, mezclados con una marea de coches mucho más que ruidosos y varios tipos de animales conviven sumidos en una atmosfera tan cruel como pura, tan sombría como rítmica. Es una relación de esas que llaman “amores reñidos son los más queridos”. Os juro que a veces me apetece buscar el tapón que se encuentra en el fondo del mar de la bahía de Mumbai y tirar de él para que esta ciudad desaparezca; podríamos relacionarlo con el  primer “rifi rafe” con tu pareja. Pero hay otras veces que me siento la persona más afortunada del mundo, hay momentos en los que el sentimiento que tienes es de tocar el cielo con las manos, y permítanme la comparación, como si de un “orgasmo urbanita”  se tratara. Mumbai es un tira y daca, un blanco o negro ya que el gris  se esfuma para dar color a la contaminación ¡es tan parecido a una relación amorosa! Otras relaciones, las casi perfectas,  existen cuando vuelves a tu tierra, a tu casa, con los tuyos, el tiempo que sea. Ver sus caras, sentir su cariño, disfrutar de esos momentos irremplazables los convierten en casi perfectos, y digo casi porque no pude ver a todas las personas que me hubiera gustado besar y abrazar. Han sido ocho días intensos, de reencuentros, de alegrías y de una sensación que sólo se tiene cuando duermes en la habitación de cuando eras niño. Y una niña de dos años y medio me abrazó como nunca lo había hecho antes, y ahí si, ahí conseguí tocar el cielo con los dedos. Ainnssss J
A los que os he visto, puedo deciros que sois taaaaann importantes en mi vida que esté donde esté siempre estaréis conmigo. A los que no os he visto os digo lo mismo y además ya podéis perdonarme y deciros que os debo una y de las buenas, palabra de Raposu. Y a todas las demás personas que leáis esto desearos lo mejor de lo mejor para este nuevo año que acaba de empezar, que la suerte y la salud os acompañen los trescientos sesenta y seis días que están por venir.
 Aquí empezamos el año unas cuantas horas antes que la mayoría de vosotr@s y fue de lo más divertido. Muchas veces pienso que cuanto más planeas algo sale peor que si vas a la aventura, al menos las expectativas desaparecen y se convierten en un “a ver que pasa”. El día de nochevieja decidimos cenar en casa del “Chef de Santiago” para después subir al norte de la ciudad a una fiesta en la terraza de la casa de un chico de Mumbai y que ninguno de los cinco que cenamos juntos conocía. Una mexicana, un mexicano, un colombiano un gallego y un asturiano en dos rickshaw  rumbo norte, hacia el barrio de Yuhu. Yo pensaba que íbamos a juntarnos unos amigos de unos amigos allí, en una terraza, y al llegar a la fiesta, ¡la fiesta era un fiestón! Con camareros y pinchadiscos.  Y allí, al ritmo de India bailoteamos para celebrar que seguimos vivos, y que para cada un@ de vosotr@s esto sea por muchos años.  ¡¡¡FELIZ 2012!!!!

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Todo cambia

Todo está en continuo movimiento en esta vida; también existe la forma de estancarse y no ir hacia adelante, pero creo que éste no es el caso de ninguno de nosotros. Todo cambia ya que todos los días aprendemos algo nuevo, algo que nos enseña una nueva página del libro que cada uno de nosotros escribimos a lo largo de nuestros días: El libro de la vida. ¿Qué hay más cotidiano que la opción de escoger entre dos caminos que se te plantean cada día de la semana? Carne o pescado, pasta o arroz, blanco o negro. Siempre está esa encrucijada en la que cualquier camino que tomes te va a deparar un destino distinto. 
Durante un tiempo dudé si cambiar de piso o no; cinco meses durmiendo en aquel sofá y la letrina que hacía la función de “toilet” fueron los causantes de que tomara el camino hacia el cambio.  Siempre que me mudo de casa no miro hacia atrás; atrás se quedan los recuerdos de lo vivido. Simplemente me despido y parto. He dejado infinidad de cosas en mis anteriores hogares; supongo que se quedaron allí por alguna razón.
Dharavi
Mi nueva casa está situada en el barrio de Mahim, unos kilómetros más al norte de la ciudad. Un barrio en el que habitan hindús, musulmanes y cristianos, Un barrio lleno de vida a las orillas de uno de los mayores slum  del mundo, Dharavi, con poco más de kilometro y medio de superficie, está habitado por un millón de personas hacinadas en sus pequeñas chabolas. Es la otra cara de India, la cara más triste.
India también está sufriendo cambios; no se si para bien o para mal, pero sin duda está cambiando. La locura por los teléfonos móviles y por las tarjetas de crédito son más que visibles en esta sociedad. El consumismo está golpeando con fuerza en un país en el que muchas personas pasan el día con un euro en el bolsillo. Los contrates entre las clases sociales se ve en cada esquina, a cada paso. He visto como construían un rascacielos en menos de cinco meses.  Estrellas de la música y del deporte empiezan a hacerle guiños a este mercado en continuo movimiento ya que saben que aquí hay mucho dinero (que poseen unos pocos).

 Una estrella del deporte nos amenizó la semana pasada en un velada que jamás pensé que podría disfrutar. Tony Hawk, uno de los más grandes skaters de la historia nos deleitó, junto a sus amigos, de una tarde noche de lo más espectacular. Giros infinitos sobre su tabla, trucos imposibles en la rampa, en fin, un auténtico genio con sus cuarenta y pico años de edad. La verdad que iba con miedo si se celebraría o no, todavía tenía muy reciente lo de Metallica, pero está vez todo salió bien, aunque Tony no consiguiera realizar el mítico 900.
Y otro cambio es el que experimentas respecto a esta ciudad. Hay días que te apetecería desaparecer, huir del ruido y del polvo, huir de los contrastes que asolan estas calles. Huir sin mirar atrás, haciendo la vista gorda ante tantas desigualdades. En cambio, existen otros momentos en los que esta ciudad te envuelve, te atrapa como ningún otro sitio lo había hecho anteriormente. Son cambios continuos, en tan solo diez minutos puedes pasar del amor al odio, o viceversa. No solo los contrastes son sociales, también son existenciales.
Y ahora que se avecina el fin de este 2011, pasaré diez días con los míos, disfrutando cada minuto que pase con ellos, y dispuesto a empezar el 2012 aquí, en India, a la espera de nuevas aventuras. Desde aquí os deseo lo mejor de lo mejor a cada uno de vosotros, y que el nuevo año que asoma la cabeza os traiga todo lo que le pidáis.
Salud y feliz 2012







martes, 29 de noviembre de 2011

Siempre nos quedará Mumbai


Cuando parece que la rutina se apodera de tu día a día y tus movimientos diarios se transforman en una repetición de actos, tales como ir a trabajar, tomarte una cerveza con los amigos, volver a casa y dormir, aparece algo que rompe con ese vaivén de historias cotidianas y transforma un simple martes en un día divertido y excepcional. Últimamente, aparte de mi trabajo ando haciendo pinitos por otros lares, otros trabajillos extras para conocer el mundo laboral indio y también, porque no decirlo, para sacarte un puñado de rupias en tu tiempo libre, que nunca vienen mal. El lunes por la noche y a través de un mensaje de mi amigo Dani “el galego” apareció la opción de grabar nuestras voces para un evento que no teníamos muy claro de que se trataba. ¿Por qué no? dijimos; cualquier cosa es válida para descubrir nuevos horizontes en esta ciudad. Nos citamos cerca de mi trabajo, pasamos a recoger las entradas para el show de este sábado (¡¡¡viene Tony Hawk a Mumbai!!!) y nos dirigimos a Mahim para ver que se cocía por allí. Sabíamos que tenía algo que ver  con una película de Bollywood, pero realmente íbamos a ciegas hacia aquel  lugar lleno de oscuridad y vida callejera. El grupo lo formábamos gente hispano hablante: gente de Mexico, de Perú, de Colombia incluso de Brasil. ¿Nuestro trabajo? Doblar una película llamada “Spanish Masala” y hacer ruido, mucho ruido para que el festival de la tomatina cobrara vida en la película que se estrenará a finales del mes de diciembre aquí en India. No os podéis imaginar la risa que pasamos en aquel cuarto que hacía la vez de estudio de grabación. “Tomate, más tomate” gritábamos entre las carcajadas que nos producía aquella situación tan rocambolesca: gente desconocida, metidos en una habitación de tres metros cuadrados gritando al aire lo que nos venía a la cabeza. Se pudo escuchar desde un mítico “ándale ándale aquí hay tomate” gritado por una chica mexicana hasta  “ponme una botellina sidra” que creo que no hace falta decir quien lo gritó.  Lo que en un principio iba a ser una grabación de media hora se transformó en un largo periodo de tiempo que sobrepasó las cinco horas ya que alguno de nosotros también pusimos la voz a distintos personajes de la película (que dura es la vida del artista) J.
Cuando terminamos, este, mi primer acercamiento al mundo del cine, el director decidió que hoy se continuaría con la grabación, por lo que nos citó a algunos y algunas de los allí presentes para esta tarde, para finalizar el doblaje de esta película, que por lo poco que vi, tiene toda la pinta de ser un tanto… bueno, prefiero reservar mi humilde opinión de cinéfilo sin fundamento.  Esperaré a que se estrene para conseguirla en el “Top manta indio” y hacérosla llegar.
Nuestra conclusión fue que estas cosas sólo pueden pasar en este país. Hay gente que estudia para esto, que se preparan durante cinco años para trabajar en esta industria gigantesca que es el cine; y aquí, en India, por una simple llamada de teléfono, te ves al día siguiente doblando una película de la que no tienes ni idea de cual es el argumento. Esto es India, pasen y vean…

FELIZ SEMANA

viernes, 18 de noviembre de 2011

Volviendo a las andadas

Hace varios días que no os vengo a visitar; no se si será debido a la contaminación, o al desgaste que te produce esta caótica ciudad o causas que desconozco pero mi inspiración se ha tomado unas mini vacaciones. No obstante, creo que las cosas siempre pasan por algo y estos días, cada vez que intenté ponerme delante del ordenador y plasmar mis experiencias para colarme en vuestro tiempo libre, la página del blog no estaba disponible, como si un hacker invisible no me dejara acceder a mi mundo de palabras tecleadas, como si supiera que no estaba preparado para seguir escribiendo. Supongo que la inspiración no siempre está cuando la necesitas, haciéndonos siervo de ella para cuando sea el momento de continuar con el bombardeo de anécdotas.
Bombay la nuit

Como era de suponer, y todo el que  me conoce sabrá de lo que hablo, es época de cambios en esta ciudad. Como si de un vicio se tratara me voy a cambiar de casa y de barrio. Y digo un vicio ya que no recuerdo una ciudad en la que haya vivido en la que palabra mudanza no hiciera acto de presencia. Quiero pensar que mi manera de actuar se debe a la necesidad que mi cuerpo experimenta cada poco tiempo de querer conocer algo nuevo. Si sólo vives en una zona de una ciudad dejarás de conocer otros barrios, otras calles, otros submundos. Por lo que el mes de noviembre se consumirá en el que fue mi primer barrio en Mumbai, Lower Parel, para dar paso a otras experiencias, a nuevas gentes. Dicen que el matrimonio, el divorcio y las mudanzas son las tres cosas que más estresan a una persona; pues bien, mi matrimonio va viento en popa; hace varios años que me case con la vida y en ningún momento he pensado en divorciarme de ella, por lo que dejaré que sean las mudanzas las que alteren mi ritmo de vida.

Esta enorme urbe tiene la facilidad de agotar tu energía diaria en tan solo medio día. Su intenso tráfico, el ruido constante y la alta contaminación hicieron que la semana pasada me escapara tres días al que yo recordaba como un oasis de paz y playas semidesiertas. Mi regreso a Goa estuvo marcado por quince horas de autobús que dieron para mucho. La mejor de las cosas ocurrió justo al final del trayecto, no sin antes ver como la policía desalojaba a una familia con un bebé de la “gua gua” que nos transportaba. Eran las dos de la mañana y allí, en medio de la nada, los dejaron tirados entre gritos e insultos (eso creo suponer ya que el hindi, a voces y con un ojo cerrado es difícil de entender).  Una cosa que me llamo mucho la atención de este viaje en bus fue el uso del aire acondicionado. Al empezar el trayecto te daba la sensación de estar dentro de un congelador con ruedas. El aire salía por las rendijas desesperadamente, como si nos estuviera esperando hacía mucho tiempo, con sed de venganza. ¡¡Creo que pocas veces pasé tanto frío!! Una vez el sol entraba por las cristaleras del autobús, el conductor creyó conveniente apagar el aire, convirtiendo el congelador en un horno para pollos que llevan ocho horas enfriando y en movimiento. Nunca dejarán de sorprenderme :)  Pero la espera tuvo su recompensa. Quería pasar un fin de semana tranquilo, a mi aire; inspeccionar aquel lugar que me había encandilado cuando fui con mi prima. Pero hay veces que las cosas no salen como planeas y en aquel “horno-congelador” conocí a una pareja que viajaban por India y que se iban a reencontrar con un amigo de la infancia. Sin dar tiempo a la duda decidí pasar esos días en compañía, de una gente que desde el principio sentí que me los había cruzado por algo. Nos dedicamos al relax y a pilotar una Enfield, la mítica moto india, por las carreteras llenas de selva del estado de Goa. Fue un fin de semana de los que no se olvidan. Unas personas a las que nunca olvidas.

Llenando el deposito


Y ahora toca preparar mi escapada al otro lado del océano. En tan solo un mes estaré volando rumbo a mi gente. Aunque uno ya sabe lo que es vivir separado de los suyos, nunca te acostumbras al cien por cien a las distancias. Siempre notas dentro de ti un pequeño vacío que nada ni nadie puede llenar. Los tuyos son los tuyos, eso está registrado en las leyes de la vida.


Salud, suerte y lo mejor de lo mejor para todos vosotros y todas vosotras.

FELIZ FIN DE SEMANA!!!



Vaca en primera linea de playa






lunes, 31 de octubre de 2011

Sonrisas y lágrimas

Al día siguiente por la mañana, después de desayunar con el Taj Mahal de fondo, cogimos el tren que nos llevaría a Jhansi. Los vagones abarrotados y la imposibilidad de subir al tren nos hizo dudar si meternos en el vagón de las mujeres (éstos existen por razones obvias) pero no nos pareció muy buena idea, por lo que nos subimos, con el tren ya en marcha, en un vagón cama. 


En las casi cinco horas que creo que duró el viaje por lo menos cien personas pasaron a ofrecer algo, ya fuera comida, bebida o una ayuda para sobrevivir en el cruel mundo de la pobreza y las mafias.










Llegamos a Jhansi, un ciudad con poco más de medio millón de habitantes, y creerme si os digo que la mitad estaban esperando la llegada de los viajeros, en dos filas, dejando un pasillo en el medio para que pasarás por allí y  poder convencerte de que su rickshaw era el mejor, el más bonito y el más barato. Aquí os dejo un video para que podáis entender lo que es la salida de la estación de trenes. Pincha aquí para ver el vídeo



Tras unos quince kilómetros en richshaw aparecimos en Orchha antes de que se pusiera el sol. Un pequeño pueblo fundado en 1501 y rodeado de templos, vegetación y el río Betwā, un lugar perfecto para darse un chapuzón.




Anochece en Orchha



















Aquella tarde y desde lo alto de un templo, vimos al sol esconderse mientras los buitres volvían al lugar donde pasan las noches, justo encima de nosotros.










Amanece en Orchha
Por la mañana el sol amenazó desde bien temprano, así que con su salida recargamos pilas, seguimos al instinto y fuimos en busca de parajes poco frecuentados, con el río como guía. Mientras tanto, India seguía celebrando Diwali.
Pasamos dos días en aquel pequeño pueblo, intentando permanecer alejados de las multitudes y del ruido, sabiendo que la paz se terminaría cuando volviéramos a la capital.






Y como el tiempo vuela y aquí las distancias lo empequeñecen, tocaba volver a Delhi. Conseguimos dos billetes de tren de aquella manera. El vagón en el que nos subimos nos pareció algo de otro mundo. Era puro lujo en India. Viajamos una hora en clase ejecutiva, con su pertinente tentenpié nada más sentarnos y unos asientos reclinables que presagiaban un viaje de lo más cómodo. Pero duró eso, una hora. El revisor nos pidió los billetes y fue ahí donde nos devolvieron al mundo real. Un par de clases más abajo estaban nuestros asientos. Pero el mundo real nos recibió con otra cena nada más sentarnos ¡eso si que es suerte! Y en ningún momento nos quisimos colar en aquel vagón a todo lujo, simplemente nos confundimos. Sino el Karma no nos habría regalado dos cenas J

Esto fue lo más cerca que estuvimos de ver a Metallica
En Delhi nos esperaba otro de los platos fuertes del viaje, ¡¡íbamos al concierto de Metallica!! La verdad que no podía haber un final más legendario para este viaje: ir con un “fan a todo riesgo” de esta banda, como es mi amigo Gus y además en India… ¿qué sería lo siguiente? Sin duda era algo realmente excitante. Pero lo siguiente no tardó en llegar. Atravesamos la ciudad en metro hasta llegar a Gurgaon. Allí se iba a celebrar un hecho histórico. Por primera vez en India, Metallica iba a hacer sonar su música para las treinta mil personas que abarrotarían el recinto. Nada más llegar, y como se suele decir, ¡¡zas!! la primera en la frente. Las tres puertas de acceso al recinto estaban hechas con bambú, por lo que antes de que las abrieran, una ya había cedido. A partir de aquí, ya, todo fueron incongruencias, que por citar alguna os diré que estaba totalmente prohibido fumar en el recinto y allí vendían tabaco. Pero bueno, eso fue “pecata minuta”. El escenario en el que iban a tocar era muy parecido al último que recuerdo en las fiestas de mi pueblo: estupendo para la verbena que reúne a mil personas bailando “Moliendo café” pero no lo suficiente para ver a Metallica en la capital de India. Las vallas de seguridad entre la banda y el público eran también de bambú, supongo que del que les sobró de las puertas de entrada, que por cierto hacían la función de salida y de emergencia. Por supuesto, estas vallas de contención cedieron nada más llegar el público, embrutecido por ver a su banda favorita. Lo que sigue, todo el mundo se lo puede imaginar: el concierto, obviamente se aplazó para el día siguiente. Esta noticia no gustó mucho entre las casi treinta mil personas que esperaban al sol durante más de tres horas el comienzo del concierto. La noticia fue recibida como una declaración de guerra. Gran parte del público se subió al escenario, destrozo todo lo indestrozable, y descargó toda su ira contra nada. Y digo contra nada porque lo único que consiguieron fue que el concierto se cancelará definitivamente, dejando escapar el sueño de otros muchos que allí se encontraban, dispuestos a colaborar para que aquel momento no terminara como el rosario de  la Aurora. ¿Los culpables? Por supuesto los organizadores, cuatro de los cuales ya están en la cárcel, y los bestias que acuden a conciertos y que cuando algo no sale bien, solamente conocen el verbo destrozar. Fue patético ver como aniquilaban todo lo que salía a su paso: instrumentos, escenario, altavoces.
Derrotados, aturdidos y enfadados, cogimos el metro de vuelta a nuestra habitación. No queríamos saber nada más por aquel día. Sinceramente fue como un jarro de agua fría, pero luego pensándolo bien, quisimos creer que aquello había pasado por algo: no era el lugar adecuado para ver un concierto de ese calibre, quizás todo hubiera terminado peor si se hubiera celebrado. Estoy seguro que el destino me volverá a dar la oportunidad de verlos en algún otro lugar del mundo, más seguro y con mejor sonido.

El viaje llegaba a su fin, era hora de separarme de mi amigo y compañero de aventura, dejando para el futuro un nuevo encuentro, un nuevo sueño que cumplir. Que así sea.

























FELIZ SEMANA!!