viernes, 10 de febrero de 2012

El gusto ha sido mío


Recuerdo que cuando empecé a escribir este blog me preguntaba como sería mi ultima entrada, como se desarrollaría mi estancia en India y cual sería mi sentimiento al sentarme delante de mi inseparable compañero de viaje, querido portátil. Antes de abandonar un lugar en el que he vivido me gusta mirar hacia detrás y hacer un balance de las vivencias, de las experiencias sufridas, y como no, de las personas que se cruzaron por mi camino.
 Recuerdo que cuando llegué era un manojo de nervios. Nervios controlados por mis ansias de navegar por aquel mar de aventuras que se presentaban delante de mi. Nunca fui muy dado a planear mis viajes: maletas a ultimísima hora, carreras para despedirme de todos los míos, último detalle olvidado del que decides prescindir. Vamos, que no soy un ejemplo a seguir a la hora de emprender un viaje. Pero eso es lo bueno que tiene viajar solo, dependes de ti mismo, y eso me gusta.
Al aterrizar en Mumbai, estaba tan excitado que apenas me preocupé de donde dormiría aquella noche. No tenía una guía de la ciudad y tampoco sabía muy bien a donde dirigirme, por lo que la excitación crecía a cada paso que daba; pero en esta vida todo va saliendo encaminado y aquella noche dormí bajo las estrellas, escondidas por la polución, que se dejaban ver desde aquel pequeño cuarto que hacía de guarida del recién llegado.
 Los primeros días no daba crédito de lo que me estaba pasando, no era consciente de la inmensidad de la ciudad que habitaba. Elegí el barrio de Lower Parel, cerca de mi lugar de trabajo y, porque no decirlo, uno de los barrios más transitados de esta jungla. Miles de personas, a cualquier hora del día cubrían lo que quedaba de lo que algún día fueron aceras, Con el tiempo, aquel barrio me fue consumiendo: la constante pelea en la calle para conseguir un simple paquete de tabaco sin que te intentaran timar, las obras nocturnas del tranvía que se está construyendo aquí, el inmenso mar de cuervos que habitaban delante de mi ventana, todo eso me hizo tomar la decisión de cambiar, y trasladarme a Mahim, otro bullicioso barrio pero sin duda alguna, mucho más placentero para vivir que el anterior.  Bombay es tan inmenso que comparo los barrios con pequeñas aldeas que forman la gran urbe.
He sido un afortunado a la hora de tener que valorar a la gente que conocí. En mi trabajo la calidad humana era gigantesca. Desde el primer minuto que allí pasé me sentí arropado por mis compañeras. Han sido una parte muy importante para mi en esta ciudad. Y mi jefe, un auténtico crack. A nivel de calle, las amistades que he hecho aquí las podría calificar de profundas. Esta ciudad es dura, y te aferras a tus amigos para sobrellevarla. He hecho grandes amistades en este país, y eso quizás sea lo más importante que uno se lleva de cada lugar. No suelo echar de menos los lugares, pero siempre echo de menos a la gente que allí se queda, abriendo un vínculo para siempre; ellos saben de quién hablo. Creo que está vida que me ha gustado llevar me ha premiado y hecho millonario. Millonario de buena gente a mi alrededor.
Abandono este país demostrándome a mi mismo que en esta vida si se quiere se puede. Deseaba venir a India desde hacía mucho tiempo, y aquí he estado. Abandono este país sabiendo que en algún lugar de este caos, una pequeña parte de mi se queda. Abandono este país sabiendo que algún día volveré para recorrerlo, para explorar la inmensidad de cada una de sus esquinas.

Atrás quedan mis excursiones monzónicas de los primeros meses con aquella lluvia incansable que aparecía cuando menos lo esperabas. Atrás queda mi reencuentro con mi amigo Gus en el que disfrutamos de un concierto tan heavy metal que ni se celebró. Atrás queda Goa con mi querida prima. Atrás quedan muchos recuerdos que me los llevo a mi siguiente destino.

Una nueva puerta se abre, un nuevo camino por explorar. Un país soñado por mi incluso antes que India. Un viaje que ya tuve planeado y que al final la ruleta giró y lo cambiamos por Latino América, quedando pendiente para el futuro. Tailandia me va a brindar la oportunidad de vivir su día a día, de instalar mi sueño sobre el asfalto de la ciudad de Bangkok. Una nueva página de mi vida está apunto de ser estrenada y yo quiero estar allí para poder escribirla. Ha sido una decisión tomada por mi para seguir creciendo, para continuar sumando días de mi vida intentando ver que es lo que hay un poco más allá. Nos queda tanto por descubrir…
 Desde lo más profundo de mi corazón os quiero agradecer a cada uno y cada una de vosotras todo el apoyo que me habéis mostrado cada vez que leíais mis entradas. Todo el cariño que me habéis dado también me lo llevo conmigo a Tailandia, y eso es lo que me hace estar ilusionado para continuar mi andanzas por Asia y dejarlo escrito en mi siguiente blog  www.berenbangkok.blogspot.com Allí os espero. Un millón de gracias por estar ahí, ha sido un autentico placer compartir un trocito de mi vida en un trocito de este inmenso país con todos ustedes.
Gracias a las personas más próximas a mi por entenderme y comprender que soy así. Os quiero de todo corazón.
Gracias India, en el futuro nos encontraremos.


Aquí os dejo un vídeo de esta etapa de mi vida :)
Pincha para ver el video

martes, 7 de febrero de 2012

De casta le viene al indio


Hay días en los que la distancia duele más que otros. Siempre  llevas parte de tu mirada en el recuerdo de tu tierra, de tus gentes. Soy muy dado a imaginarme situaciones cotidianas, y aquí día tras día me imagino algún amigo o un familiar paseando conmigo por esta ciudad y me imagino su cara, unos ojos abiertos como platos que digieren poco a poco lo distinto de este país, de este mundo que es India. Y ya que estamos imaginando, juguemos a pensar que estamos caminando por una especie de larga avenida en la que están todas las castas de India representadas.  Se que es un tema controvertido y bastante complicado, pero intentaré que os sumerjáis dentro del pasado y también porque no decirlo del presente de India.

En todas las culturas existen las clases sociales, pero aquí, aparte también existen las castas, una forma de clasificar a la sociedad establecida por el hinduísmo. La casta es algo hereditario, y existe en India desde el año 2500 a.C aunque fueron los portugueses los que utilizaron esta palabra cuando conocieron por primera vez el sistema social indio, y que era lo que ellos llamaban “varna” y que puede significar “color de piel” o “clasificar y dividir en partes”. La sociedad se dividió en cuatro grupos dependiendo del trabajo que realizaran y auque al principio uno podía elegir su camino dependiendo de sus prioridades o destrezas, cuando el sistema se endureció, cada persona tenía que continuar la labor de su padre y por lo tanto trabajar de lo mismo que él. A partir de este momento la mayor de las desigualdades arrivó a este lugar, quedándose por mucho años.

El hinduísmo cuenta que los seres humanos nacieron del cuerpo de una divinidad llamada Brahmā y que dependiendo de la parte del cuerpo de la que nacieran pertenecería a una casta u otra, y gracias a esta “divina divinidad” existen las castas y éstas se dividen en cuatro:

Los brāhmanes (sacerdotes, maestros, académicos) son la casta más alta, que, según ellos, salieron de la boca de Brahmā.
Los chatrías (clase política-militar), que salieron de los brazos de Brahmā.
Los vaishias (comerciantes, artesanos, ganaderos y agricultores), que se formaron de las piernas de Brahmā.
Los shudrás (siervos y los obreros), que provienen de los pies de Brahmā.

Estas cuatro castas a su vez, y con el tiempo se fueron dividiendo en subcastas, por lo que la desigualdad absoluta se convirtió en la verdadera reina de la sociedad.

Pero existía una sección de la sociedad que era la más marginada y ni siquiera formaba parte del sistema. Eran quienes hacían los trabajos sucios. Incluso se consideraban físicamente impuros y no les estaba permitido mezclarse con las demás castas. Se les conocía como  los parias, los intocables y realizaban su trabajos en los crematorios, o recogían la basura… Incluso los barberos eran de esta categoría. Fue a este grupo social a quien Gandhi llamó ‘harijans’ o los hijos de Dios.

Todo esto es lo que dice la teoría, se habla de que las castas están abolidas y que el sentimiento de intocable ya no existe. Pero yo os voy a hablar desde mi punto de vista, de mi experiencia en este país. No se si en el libro, las castas existen o no, no se si las diversas opiniones que me dieron las personas a las que les pregunté son verdaderas o falsas (y muy dispares entre sí) lo que si se es lo que mis ojos han visto, lo que mi interior ha vivido. No se si denominarlo castas, clases sociales o como mejor os suene, pero aquí, como en cualquier parte del mundo las desigualdades existen, a cada paso que das. Desigualdades a pie de calle, desigualdades en los trabajos, desigualdades en la desigualdad. Los sueldos en una oficina pueden variar tanto que se hace incomprensible. De sueldos millonarios hasta los ochenta euros que puede cobrar al mes “el último mono” (con todos mis respetos) del mismo centro de trabajo. Y con ese sueldo tira para delante de tu familia, aguanta los malhumores de tus superiores y todo esto con una sonrisa en la boca. He notado multitud de desprecios hacia trabajadores de un “menor nivel, humillándolos en público sin ningún temor al sufrimiento que le pudiera estar causando al pobre muchacho reprendido. He visto como les dan de comer paquetes enteros de pan de molde a las vacas que están por la calle mientras al lado de estos animales dos niños semidesnudos rebuscan entre la basura un resto de lo que nosotros nos sobra. Tengo un amigo indio que está enamorado de una chica desde hace años. Ella también siente por él algo especial, pero los limites aquí no los pones tú, los impone la sociedad y al ser de una casta inferior, ese amor nunca se llevará a cabo. He visto multitud de situaciones que me aseguran que las castas siguen instaladas en India, que están aquí para quedarse ya que es la religión la que en este país gobierna, y lo que dicen los que mandan va a misa.

Suerte y salud!


Más indio que los indios 

lunes, 2 de enero de 2012

El símil


Podríamos empezar este año con un símil: cada día que pasa me doy más cuenta de que está ciudad es como una relación amorosa… (ahora explica eso chaval). Cuando llegué a India, ya casi han pasado seis meses, el encuentro con esta ciudad fue como un flechazo. Todo era tan distinto de lo que había vivido hasta aquel momento que me escabullí en la gran urbe como un gato curioso en busca de nuevos rincones y aventuras cada día. Era como el principio de una relación, un mundo nuevo por descubrir, multitud de sentimientos encontrados poniéndome entre la espada y la pared, haciéndome dudar en si habría acertado al elegir aquella ciudad (pareja) para compartir parte de mis días.  Después del primer tonteo, poco a poco me fui enamorando de este lugar al mismo tiempo que le iba encontrando sus primeros defectos (me imagino que ella a mi también). Una ciudad que te pone un caramelo en la boca y cuando lo vas a saborear, un niño hambriento te pide una rupia para poder comer, con el mundo de las mafias haciendo de sombra a ese momento. Una ciudad tan caótica que roza el orden casi perfecto; cientos de  miles de peatones, mezclados con una marea de coches mucho más que ruidosos y varios tipos de animales conviven sumidos en una atmosfera tan cruel como pura, tan sombría como rítmica. Es una relación de esas que llaman “amores reñidos son los más queridos”. Os juro que a veces me apetece buscar el tapón que se encuentra en el fondo del mar de la bahía de Mumbai y tirar de él para que esta ciudad desaparezca; podríamos relacionarlo con el  primer “rifi rafe” con tu pareja. Pero hay otras veces que me siento la persona más afortunada del mundo, hay momentos en los que el sentimiento que tienes es de tocar el cielo con las manos, y permítanme la comparación, como si de un “orgasmo urbanita”  se tratara. Mumbai es un tira y daca, un blanco o negro ya que el gris  se esfuma para dar color a la contaminación ¡es tan parecido a una relación amorosa! Otras relaciones, las casi perfectas,  existen cuando vuelves a tu tierra, a tu casa, con los tuyos, el tiempo que sea. Ver sus caras, sentir su cariño, disfrutar de esos momentos irremplazables los convierten en casi perfectos, y digo casi porque no pude ver a todas las personas que me hubiera gustado besar y abrazar. Han sido ocho días intensos, de reencuentros, de alegrías y de una sensación que sólo se tiene cuando duermes en la habitación de cuando eras niño. Y una niña de dos años y medio me abrazó como nunca lo había hecho antes, y ahí si, ahí conseguí tocar el cielo con los dedos. Ainnssss J
A los que os he visto, puedo deciros que sois taaaaann importantes en mi vida que esté donde esté siempre estaréis conmigo. A los que no os he visto os digo lo mismo y además ya podéis perdonarme y deciros que os debo una y de las buenas, palabra de Raposu. Y a todas las demás personas que leáis esto desearos lo mejor de lo mejor para este nuevo año que acaba de empezar, que la suerte y la salud os acompañen los trescientos sesenta y seis días que están por venir.
 Aquí empezamos el año unas cuantas horas antes que la mayoría de vosotr@s y fue de lo más divertido. Muchas veces pienso que cuanto más planeas algo sale peor que si vas a la aventura, al menos las expectativas desaparecen y se convierten en un “a ver que pasa”. El día de nochevieja decidimos cenar en casa del “Chef de Santiago” para después subir al norte de la ciudad a una fiesta en la terraza de la casa de un chico de Mumbai y que ninguno de los cinco que cenamos juntos conocía. Una mexicana, un mexicano, un colombiano un gallego y un asturiano en dos rickshaw  rumbo norte, hacia el barrio de Yuhu. Yo pensaba que íbamos a juntarnos unos amigos de unos amigos allí, en una terraza, y al llegar a la fiesta, ¡la fiesta era un fiestón! Con camareros y pinchadiscos.  Y allí, al ritmo de India bailoteamos para celebrar que seguimos vivos, y que para cada un@ de vosotr@s esto sea por muchos años.  ¡¡¡FELIZ 2012!!!!