lunes, 29 de agosto de 2011

Agua y más agua


Ya llevo en esta ciudad  la mitad de lo que tardó Willy Fog en dar una vuelta al mundo y todavía no conozco una centésima parte de este entresijo de callejuelas y largas avenidas repletas de baches que es Mumbai. Otra semana que empieza agotando los días de un Agosto pasado por agua al que los monzones parece ser que no le quieren dar ni un pequeño respiro. Hace casi cinco días que empezó a llover y todavía no ha parado. Mi barrio se ha convertido en una inmensa piscina de agua turbia y colillas flotantes, y os aseguro que ninguna de ellas es mía, ya que el otro día volví a caer en la trampa de dejar caer una al suelo para que en ese mismo instante una mano tocara mi hombro para recordarme, bajo el módico precio de 200 rupias, que está prohibido ensuciar la ciudad. Me entró la risa, ya que miraras a donde miraras solo podías ver montones de basura adornando el suelo y las calles carentes de algo que se parezca a una papelera. Aquí es donde me surgen las preguntas estúpidas  y pongo en duda el refrenero español, me explico:

Dicen que es mejor prevenir que lamentar; ¿no sería mejor poner papeleras y dar un trabajo de barrendero a esos chicos que tienen paseando por las calles a la caza de algún pardillo que arroja con disimulo al suelo una colilla? Pues no, mientras haya dinero por el medio es mejor lamentar que prevenir.

Otro refrán que hasta el momento se me ha venido abajo es el de “Nunca llovió que no parara”. Querid@s amig@s, aquí las gotas de agua son del tamaño de un garbanzo, tan solo con pisar la calle ya estás empapado. Caminar por la calle es lo más parecido a hacerlo por la orilla del mar, aquí no hay charcos, todo es un mismo charco que te cubre por los tobillos y cuidado por donde caminas, no lo hagas muy cerca de la carretera sino quieres que el primer coche que pase te cale hasta lo más profundo de tu ropa interior, y lo digo con conocimiento de causa, y con vuestro permiso me ahorraré los detalles…

Una cosa que me encanta de India es la cantidad de días festivos que tenemos, creo que son quince días al año, aparte de las vacaciones. Esta semana por no ir más lejos se celebra la festividad de Ganesh o Ganesha que todos la conocereis por su imagen con cabeza de elefante. Esta semana pasada ya  paseaban su figura por la ciudad, eso si, cubierta con plásticos ya que del monzón no se libra ni Dios, y le brindaremos un bonito homenaje ausentándonos de nuestro puesto laboral durante el jueves y el viernes. Personalmente y si el tiempo lo permite partiré de la gran ciudad rumbo a Pune, que como dicen por aquí queda muy cerca, sólo a cuatro horas en bus. En este país las distancias no se pueden medir con el mismo baremo que en Europa, ya que para ellos cerca es un recorrido entre Oviedo y Madrid. Cerca de Pune se encuentran unas cuevas budistas que datan del siglo II antes de Cristo y que me muero de ganas de visitarlas así como el complejo de meditación de Osho, uno de los filósofos mas controvertidos de este país y que arrastra a millones de personas, sobretodo occidentales. Todavía está por ver, pero me gustaría pasar una noche allí para comprobar de lo que es capaz mi cuerpo en un lugar tan místico como ese centro, por lo que intentaré dialogar un poco conmigo mismo para seguir conociéndome un poco más. Frases como  “La verdad está dentro tuyo. No la busques en otra parte”  o “Mantén tu curiosidad si quieres que los misterios se abran para ti” o también “La sociedad ordinaria es como un pisapapeles en ti: No te permitirá volar”  han hecho que su filosofía haya calado en mi, en un momento, podría llamarlo “esponja” por el que mi vida transcurre. Empápate de todo lo que puedas para poder desechar lo que no te interese, podríamos decir. Espero no tener que bailar y dar palmas como la última vez que acudí a una primera cita con lo desconocido…

Hoy he recibido las fotos de uno de los  últimos acontecimientos del que fui partícipe antes de venir a India: las fotos de la boda de Aroa y David, y os puedo asegurar que casi echo la lagrimilla. Estoy encantado aquí, feliz de vivir una experiencia única y tan fructífera desde el primer momento que llegué que a veces pienso que me gustaría que el tiempo se detuviera para poder aprovechar cuarenta y ocho horas al día algo que posiblemente no vuelva a pasarme en la vida, pero cuando veo a mi gente, no se, una melancolía invade mi cuerpo y me recuerda que sin los míos no soy nadie, lo importante que es estar rodeado de buena gente, de amistades puras y de amigos del alma y de tu familia. Pero ahora estoy aquí, y eso es lo bueno que tiene poseer esos tesoros humanos que tengo en la vida, que pase el tiempo que pase ahí seguirán, como si  la distancia y los días del calendario no fueran importantes para nosotros, y cada reencuentro fuera una oportunidad de seguir disfrutando de nuestra compañía. Por siempre.

Salud.

lunes, 22 de agosto de 2011

Celebrando nacimientos

Es difícil explicar con palabras e incluso con imágenes todo lo que puede llegar a ocurrir en un día en esta ciudad. Acostumbro a levantarme temprano los fines de semana, es algo a lo que me aficioné desde pequeño y que me encanta hacer. Mi cuerpo no pide muchas horas de sueño así que a las siete y medio u ocho ya suelo estar danzando por el mundo de los despiertos. A esa hora, el ritmo de vida aquí ya es acelerado, no voy a decir frenético pero si puedes escuchar decenas de pitidos de coche y mercaderes por las calles colocando sus puestos de frutas y verduras. Si esperas un par de horas, a las diez de la mañana de un sábado, mi barrio se convierte en un mar de multitudes, un no parar de personas que vienen y que van por aceras, que sospecho que hace años que se quedaron pequeñas, por lo que la circulación de viandantes por la carretera, cada minuto que pasa, se hace mayor.


Estos días la ciudad está revuelta; manifestaciones de miles de personas en contra de una de las lacras que invaden el mundo, la corrupción, se adueñan de las grandes avenidas de Mumbai y de otras ciudades del país guiados por el activista indio Anna Hazare, al que también se le empieza a conocer como el nuevo Gandhi.  Es increíble la cantidad de gente que puede arrastrar esta lacra en su contra, todos unidos por un mismo motivo. Bueno, no es increíble, lo que si lo es, es que siga existiendo tanta corrupción en este mundo.

También está revuelta la ciudad debido a los festivales que en esta época se celebran aquí. Hoy se celebró lo que aquí se conoce como Govindas, las torres humanas,  y la verdad que nunca pensé que un acontecimiento como éste llenara las calles de cientos de miles de jóvenes y no tan jóvenes con ganas de trepar unos encima de otros y de divertirse de esa manera. Camiones abarrotados van recorriendo la ciudad para ver a las demás peñas escalar hasta conseguir llegar a su objetivo: una especie de cuenco en lo alto de la calle que tienen que romper para coger lo que lleva dentro.





Hoy también se celebra el nacimiento de la Diosa Krishna y me habían invitado a acudir a una, no se como llamarlo, ceremonia, fiesta o vamos a dejarlo en una reunión de unas doscientas cincuenta personas para rendir homenaje a una de sus diosas por excelencia. La verdad que no me apetecía mucho asistir a tal evento, no soy muy participe de las celebraciones religiosas en pequeños grupos, pero decidí que lo mejor que podía hacer antes de opinar era ir, y ver lo que allí se cocía. Os lo resumiré brevemente: estuve más de tres horas sentado en el suelo dando palmas y escuchando los cánticos de los allí presentes y viendo las ofrendas de sus fieles a la Diosa Krishna. Reía para dentro pensando ¿pero tío, donde te has metido? Que si Hare Hare, que si Krishna Krishna, todo ello acompañado de timbales, órganos, guitarras eléctricas y demás instrumentos de percusión. A mi alrededor todos y todas portaban vestidos tradicionales indios y yo allí, con mi camiseta del Gran Lebowski aplaudiendo como uno más. Con el paso del tiempo aquello se animó y empezaron los bailes. Yo no sabía donde meterme, todo era muy divertido, no lo voy a negar, pero me parecía tan surrealista estar allí en medio que no podía dejar de reírme conmigo mismo. Y como no, llegó el momento que yo no quería que llegara: me sacaron a bailar con ellos. Pues bueno, ya que estoy aquí, ¿por qué no? Y venga Hare Hare, palmas palmas patuca “pallí” patuca “pallá” y todo ello bajo la amistosa mirada de los que allí se encontraban, ya que  no hace falta aseguraros que era el único varón blanco en la fiesta. Pero bueno, siempre creí en el “Allá donde fueres haz lo que vieres” y más en honor a una Diosa que gracias a Ella tuve un fin de semana de tres días. Que menos podía hacer que echar unos bailes a su salud. Es bueno en esta vida probar de todo, empaparte de las demás culturas para poder hablar de ellas y opinar. Además, hoy también se celebra el cumpleaños de mi padre así que uno de los bailes que me eché fue dedicado para él. ¡¡Feliz cumpleaños!! Aquí os dejo un vídeo anterior al momento en que salí a la palestra... 
Y no me puedo olvidar del sábado, día de San Bernardo, y no lo digo por mi, poco tengo que ver con los santos, pero si me acordé mucho de una persona muy especial para mi, de mi Ángel de la Guarda, mi queridísimo abuelo. Ese día siempre lo recordaré por las comidas familiares, por su presencia entre nosotros, por lo bien que siempre me hizo sentir estar a su lado, y que aunque hace años que ya no está, yo lo siento muy cerca de mi todos los días, protegiéndome y llenando mi vida de eso que la gente llama “suerte”.

Y me gustaría acabar la entrada de hoy con una pequeña reflexión: me apena ver en la distancia que el país del que vengo esté tan dividido. Todo lo que leo desde aquí son noticias de enfrentamientos entre los ciudadanos: que si el futbol, que si la política, que si la religión. Está vida es muy corta como para pasarla discutiendo todo el día. Vive y deja vivir, respeta y hazte respetar que aunque no lo parezca LA VIDA ES BELLA.
SUERTE Y SALUD 


miércoles, 17 de agosto de 2011

Festivales, timos y demás andanzas


Da lo mismo en el lugar en el que te encuentres, no importa que estés en el hemisferio norte que en el sur, en Europa, que en Asia que en cualquier otro continente. Puede cambiar el idioma, puede cambiar la forma de vida, la gastronomía, la cultura. El clima puede ser distinto, la moda, las costumbres, los horarios. También puede cambiar la forma de trabajar, la intensidad de las emociones, las reglas establecidas, los medios de transporte, los dulces, los vicios. Todo depende de en que parte de este extenso planeta fijes tu residencia.  Pero si de algo estoy convencido es que allá donde estés, ya sea de vacaciones, viviendo o simplemente pasando unos días por motivos laborales, da igual lo que hagas, que si en ese lugar, por remoto que sea te topas con una multinacional, tienes todas las de perder. Me explico (aunque no creo que haga falta): los únicos problemas que he tenido desde mi llegada a India han sido con bancos y compañías de teléfono. Cambié de banco para venir a este país ya que me dijeron que con el que actualmente trabajo, o mejor dicho, el que actualmente maneja mis humildes rupias, no me cobraría comisiones al sacar dinero en ningún cajero…MENTIRA. No voy a dar el nombre de dicha entidad porque no seré yo el que haga publicidad de estos dueños del mundo, pero tras más de una semana esperando por algún tipo de contestación, algún tipo de disculpa y devolución de esas comisiones (tres euros por cada diez sacados) ésta sigue sin llegar. Quizás estén de vacaciones, pagadas con nuestro sudor y nuestras humildes aportaciones obligatorias, o también llamadas “comisiones engañosas”. Esperaremos un poco más a que se tomen el siguiente mojito en una playa mientras yo trabajo para ellos.
¿Andamios? si, si pero de bambú

Durmiendo a la vera del tren
La otra multinacional es de telefonía, tampoco voy a dar el nombre pero si un apodo, la llamaré “Timofone”. Hace casi una semana contraté sus servicios por un precio más que asequible para un europeo en India, aunque para alguien de aquí ya no sería tan “chollo”. La conexión me la vendieron como “la creme de la creme” aunque lo que no me dijeron era que esa creme estaba caducada. Solamente la pude disfrutar un día y después de ir, venir, volver a ir, volver a venir y así unas cuantas veces sigo sin poder conectarme con el mundo virtual; eso si, ellos ya disponen de mis servicios monetarios desde el primer instante. ¿Y qué quiero decir con esto? Pues que no importa quien seas ni lo que hagas, ni donde estés, para ellos simplemente eres un número más en su extensa lista de clientes pringados.


Y ya que todo lo que os acabo de contar estoy seguro que lo habeis vivido alguna vez en vuestra vida, ahora nos ceñiremos a algo más agradable, algo con más magia, un país que aunque esos peces gordos, engordados a base de nuestro pienso, estén tan instalados como en cualquier parte del mundo, te permite soñar con que un mundo distinto es posible.

Da gusto sentir el calor humano de la gente, que sin apenas conocerte te invitan a sus casas, se preocupan por tu bienestar e intentan resolver las dudas que te surjan sin esperar nada a cambio. Estoy lejos de casa, pero aquí, por lo menos con las personas con las que me he topado han conseguido que en todo momento me sienta arropado. Y claro está que no todo es oro lo que reluce, también me he encontrado con gente poco deseable (seguro que trabajan para esas multinacionales de las que antes hablaba J ) pero son una mínima proporción. Dicen que los indios están locos y no lo pongo en duda, una ciudad como Mumbai puede volver loco a cualquiera: el tráfico, el picante, la pobreza, la riqueza, la multitud de gente que camina por la calle, las infraestructuras sin estructura, el incansable ruido, los cuervos (pulsa aquí para sentir el poder de los cuervos)… aunque también me atrevería a decir, que para estar aquí tienes que estar un poco tocadín del ala. No es un lugar para relajarte, no es un paraíso como decía Mecano en su famosa canción dedicada a Hawai y Bombay, que cada día me convezco más de una cosa: o bien nunca estuvieron aquí o lo hicieron porque rimaba. Pero es un lugar lleno de emociones, un lugar en el que cada paso te enseña a dar el siguiente. Una ciudad en la que tienes que estar muy despierto, en la que el silencio todavía no ha encontrado su lugar.  Y más ahora que se acerca la época de festivales. La ciudad se viste de gala para empezar a disfrutar de un montón de fiestas y celebraciones; el próximo lunes se celebrará la festividad de Govindas algo parecido a los castelleres de Cataluña, torres humanas por toda la ciudad convertirán está ciudad en un hervidero de emociones, y yo estaré ahí para verlo y poder contároslo.




La temida grua.
Y cambiando de tema, hoy he probado la comida china-india, una mezcla entre dos gastronomías distintas aunque mezcladas entre si; y ¿que quereis que os diga?, me quedo sin la mezcla, ¿acaso os comeríais una fabada mediterránea? Hay cosas que es mejor dejarlas como están, así que me limitaré a comer los manjares con los que este país te deleita y no haré más pruebas con platos venidos desde más allá de estas vastas fronteras. Hoy he sentido el picante en lo más hondo de mi digestión. Me estoy acostumbrando a la comida vegetariana con mucha más facilidad de la que yo pensaba, eso si, a veces sueño con un buen chuletón con patatas y como no, una botellina de sidra… o dos;  pero bueno, ya habrá tiempo para eso. Ahora estoy en India y es tiempo de disfrutar de esta cultura... ¡¡y como me gusta!!

Agencia de viajes a pie de calle

Salud para tod@s!!!!

lunes, 15 de agosto de 2011

Fiestas, trabajos y cine


No cabe duda de que, como en todos los lugares del mundo, India tiene sus propias fiestas nacionales. El día 15 de Agosto se celebra el Día de la Independencia, día en el que este país pasó a autogobernarse después de más de cuatrocientos años de dominación europea,  dejando a un lado al gobierno británico que hasta aquel momento ejercía como patrón de un país “caramelo” para todos los demás estados; no hace falta recordar que Colón intentaba llegar a India por un camino más corto cuando se encontró con el Nuevo Mundo y lo colonizó, que no lo descubrió. Desde ese momento, el 15 de Agosto de 1947, hace hoy sesenta y cuatro  años, India pasó de ser una parte de la toda poderosa Inglaterra a un país adolescente recién salido de casa de sus progenitores con ganas de crecer y realizarse como nación, sin la supervisión de nadie. El 89,5% de los indios consideran este día como el más importante de su historia; el sentimiento patriótico aquí es grande y la sensación de libertad hace que los indios amen a su tierra como a sus Dioses, prueba de ello era la cantidad de banderas naranjas, blancas y verdes que adornaban la ciudad y las vestimentas de casi todos los transeúntes.


Mucha gente del campo emigró a las grandes ciudades, como Mumbai, para encontrar un futuro mejor, una nueva oportunidad en la vida, lejos de la pobreza y del hambre, pero como a tantos inmigrantes, estos dentro de su propio país, la pobreza les siguió y se instaló en sus vidas para siempre. 




No es raro ver familias enteras durmiendo a las orillas de las carreteras, bajo plásticos, en el mejor de los casos, sino a la intemperie.







Los trabajos aquí son de lo más variopinto: las tiendas que te encuentras por las calles están mezcladas como si de un centro comercial callejero se tratara; una tienda de móviles, a su lado una que vende ladrillos, otra que trata con cereales y legumbres de todos los tipos, camiserías, farmacias que venden leche o patatas fritas junto a cualquier medicamento, obviamente.  En la misma acera, enfrente de las tiendas están los vendedores ambulantes con sus frutas, cafés, cazuelas llenas de te, vegetales (que te recomiendan lavar con lejía, por si las moscas). Y también hay tiendas que no se muy bien lo que venden, por más que intento descifrarlo no lo consigo; allí está un señor sentado, sin nada alrededor, mirando por la ventana, algo difícil de comprender aunque seguro que algún sentido tiene.
 En una acera de doscientos metros puedes encontrar todo lo que quieras y sino con doblar la esquina seguro que allí lo tienes. Son mercaderes y como tal se pasan el día con la compra-venta y el regateo. Hay trabajos mucho más duros de lo que uno se pueda imaginar; ves a un chico tirando de un carro lleno de bombonas de butano entre todo el tráfico, a su lado pasa otro con fardos de no se sabe que en la cabeza que posiblemente doblen su altura. Recogedores de basura en los contenedores intentando rescatar bien sea comida o material para reciclar a cambio de unas pocas rupias. Hay infinidad de trabajos, sin seguridad social ni lugar a ponerte enfermo, y ellos simplemente lo hacen, sin protestar.




Sin duda alguna, las personas más encantadoras de esta ciudad son los niños. Les encanta ver una cámara de fotos y posar para ella; les gusta sonreírme cuando nos cruzamos entre la multitud. El otro día una niña de nos más de diez años me encontró por la calle y decidió acompañarme un poco en mi camino de vuelta a casa. Me iba preguntando de donde venía, a qué me dedicaba; también me preguntó por mi nombre y ante la imposibilidad de repetirlo simplemente sonrió, como si no importará como te llamas para poder entablar una amistad de cinco minutos. Hacen la vida tan fácil que muchas veces pienso en todo lo que tenemos que aprender de ellos. Me hace gracia estar comiendo, tranquilamente en un bar y ver como alguien se acerca, me mira y me dedica una sonrisa, que sin duda, hace que disfrute, más aun si cabe, de la deliciosa comida india.




Niños y no tan niños posan encantados

Mi casa está situada en un típico barrio indio, de mano creo que no he visto todavía a ningún blanquito por aquí. Vivo en un edificio de catorce plantas en el cuarto piso. La casa tiene una habitación ocupada por mi compañero de piso Aman, un chico del norte de India y con el que desde el principio he mantenido una muy buena relación. Hay una cocina, un servicio y un baño con una ducha que también se utiliza para lavar la ropa. El salón hace la función de entrada a la casa y también es mi habitación. No tengo una cama como tal, duermo en un sofá, pero estoy en India ¿de qué me puedo quejar? Tenemos la suerte de tener agua durante todo el día ya que disponemos de un tanque que todas las mañanas llenamos; aquí el agua es un bien muy preciado y solamente se dispone de ella desde las seis y media hasta las ocho y media de la mañana.
y pensar que me multaron por tirar una colilla al suelo...
Motoristas resguardándose de la lluvia

 






Mucho nos queda por aprender de los animales











Y como todo el mundo sabe, aquí en Mumbai se encuentra la mayor factoría de cine del mundo, Bollywood. Ayer, ni corto ni perezoso, me acerqué a uno de los estudios de este famoso mercado cinematográfico. Quería preguntar como hacer de extra en una película, pero creo que no elegí el sitio adecuado. Intenté entender a la mujer que estaba en la recepción de aquel lugar, no sin antes tener que convencer a los dos guardias de seguridad de que solamente venía a informarme. Y lo que entendí es que hay que ponerse en contacto por escrito primero; repito, eso es lo que entendí, así que eso haré para convertirme en un auténtico extra de Bollywood. Con esto de que España está de moda aquí, gracias a  la película rodada por esas tierras  y la canción de moda en India es su banda sonora, que sin quererlo ni beberlo lanzó al estrellato a María del Mar Fernández, intentaré aprovechar el tirón y demostrarles que mi notable en la asignatura de  teatro en la época del instituto no fue fruto de la casualidad; sacaré al Alfredo Landa que llevo dentro y me marcaré unos bailes al más puro estilo indio: coreografías muy movidas y bailes dignos de elogio, ya que un día intenté imitarlos y casi termino en el  suelo. Todo en esta vida es práctica, claro está. Así que quién sabe, cualquier día me veis haciendo el indio en una de sus múltiples películas… ¿os imaginais? Estrella invitada: Berni Laplage J
El futuro está por decidir.


Incongruencias II









Graffitis









Los de seguridad de mi trabajo ¡qué buena gente!


Algunos de los camareros donde suelo comer por semana. El sacar la cámara se convierte en todo un acontecimiento




Motocarros llenos de bombonas de butano
Van dos en moto y cae el del medio...


























FELIZ SEMANA

jueves, 11 de agosto de 2011

Trabajo y meditación


Hoy os quiero hablar de mi vida cotidiana aquí en Mumbai. Empezaré por contaros algo de mi trabajo, que realmente, gracias a eso estoy en este país, ya que hacía muchos años que tenía la intención de visitar la inmensa India pero para eso necesitas tiempo y dinero, y no es que yo sea alguien que anda sobrado de ambas cosas, así que gracias a esta oportunidad laboral que la vida me ha brindado  he conseguido realizar uno de mis sueños, por lo que creo que es el momento de daros algunas pistas de lo que aquí hago.
Aquí lo de prevención de riesgos laborales no se lleva mucho


Estoy como becario de la Oficina de Turismo de España en India, y nuestra labor no es otra que intentar vender el país de la paella, las sevillanas y la siesta en un mercado tan amplio como es el indio. Hasta hace poco tiempo España no era un destino elegido por esta población como lugar de vacaciones, hasta que una película de cine hizo que un sentimiento multitudinario despertara y quisiera conocer el país donde la gran mayoría de vosotros se encuentra en estos momentos. A la oficina acude gente para intentar planificar su viaje, para que le demos ideas de lo que poder hacer y ver en un país hasta hace poco desconocido. Yo personalmente me estoy encargando del marketing para agencias de viaje y desde hace dos días también estoy preparando una presentación para la visita del Ministro de Turismo de España que visitará Mumbai en el próximo mes de Septiembre. Parece que suena a algo importante, pero tampoco es para tanto. Hoy en día todos sabemos hacer presentaciones con el ordenador, así que puedo decir que, posiblemente sea una de las primeras veces que disfruto con lo que hago. Mis compañeras me tratan muy bien y me han ayudado en todo lo que he necesitado.

Después de trabajar, como alguna vez ya he comentado, suelo caminar, perderme por el barullo de esta ciudad intentando encontrar un oasis de calma, que por supuesto no existe.Vídeo del tráfico en Mumbai (pincha aquí) Todavía no he visto una calle desierta, o un lugar sin ruido así que simplemente camino empapándome de nuevas aventuras y paseos a ninguna parte, que al final son los que más me impresionan. Ir a la aventura es parte de este juego, y siempre ha sido algo a lo que  no me ha costado acostumbrarme. No saber que hay al otro lado de la esquina me llama la atención, por eso siempre intento doblarla para saber que es lo que allí me espera, lo que me deparará el destino; y en tan poco tiempo he visto tantas cosas que no sabría deciros cual es la que más me ha impactado.

Otra mis aficiones es intentar aprender un poco de este idioma, el hindi, y aunque vaya muy poco a poco espero que al final de este capítulo de la vida pueda entender algo de esta lengua tan distinta a todas las que hasta ahora he conocido. No se si se escribirá así pero suena tal como esto: bayá es hermano, didí hermana, malum entiendes y kitna e cuanto es. Recordarlo y así podremos mentir en los curriculums y poner, algo a lo que estamos acostumbrados con el ingles, nivel medio alto en hindi. J

Uno de mis principales propósitos en este viaje era introducirme en el Reiki, una práctica  considerada como medicina complementaria y alternativa que trata de lograr la sanación o el equilibrio de la persona que lo recibe a través de la imposición de las manos. En mi época en Fuerteventura traté de acercarme a esta actividad, pero el lugar al que acudí no me dio buenas vibraciones por lo que desistí. Sabía que algún día llegaría a mi, sólo tenía que tener paciencia; y esa paciencia ha durado más de cinco años. Hoy por medio de una compañera de trabajo conocí a una persona que me presentó a Prasad, un maestro de esta práctica, un chico joven lleno de vitalidad y energía, con una mirada que parecía poder ver dentro de ti. Llegamos a su casa ya empezada la meditación. Sentí una sensación que nunca antes había vivido; algo invisible circulaba en aquel cuarto y decidí empaparme de ello. Allí me senté, con más de veinte personas en silencio a intentar conectar con mi interior. Os puedo asegurar que fue algo mágico. Mientras sonaba una música capaz de calmar al más fiera, aquel chico con su voz armoniosa hablaba  sobre la paz y el bienestar. Al llegar me sentía un poco extraño pero al cabo de diez minutos mi cuerpo se serenó y logré echar fuera de mi todo ese manojo de nervios que me ha acompañado en mi vida día tras día. Me sentí aliviado e incluso sentí caer dos lágrimas por mi mejilla, fruto del bienestar y de la serenidad que mi cuerpo estaba experimentando. No me atrevo a decir si ha sido una experiencia mística o quien sabe qué, pero ha sido algo muy gratificante y lo repetiré la semana que viene. Otro sueño cumplido, otra experiencia vivida. Y lo que queda…
Salud y buen fin de semana

martes, 9 de agosto de 2011

Vicios y virtudes de India


Como ya os he comentado en anteriores ocasiones aquí todo lo que uno puede observar es diferente a lo anteriormente vivido. No es que conozca mucho de este mundo que habitamos, no creo que supere el uno por ciento de nuestra querida madre tierra, pero de los sitios que he visitado o recorrido, sin duda este país es el que más me ha llamado la atención. Y de eso os quería hablar hoy; con casi un mes a mis espaldas en esta tierra de dioses, olores, colores y calores creo que ya me veo capacitado para hacer un primer balance de lo que aquí se cuece.
No se cuantos van en la moto....
Ayer estuve viendo un video que grabé recién llegado a Mumbai; era mi entrada en la inmensidad india, una grabación de un Paco Martínez Soria recién aterrizado en la gran urbe, porque uno no puede renegar de sus orígenes, y  un servidor es más de pueblo que las amapolas. Vi ese momento con gracia y recordando mis primeros pensamientos al pisar la tierra de Gandhi. Recordé mis nervios al ver un lugar anclado en el pasado más futuro que existe,  un lugar necesitado de los menos necesitados y atiborrado de los que más necesitan. ¿A dónde he venido? Me preguntaba mientras no podía cerrar la boca ante el asombro que se apoderaba de mi. Con lo bien que yo vivía, ¿qué hago aquí?. Supongo que será uno de los primeros pensamientos que tiene cada persona que llega a esta ciudad, pero que con el paso de los minutos desaparece para dar lugar a una especie de necesidad por conocer lo hasta entonces desconocido.


Mi llegada no fue, vamos a llamarla, placentera. Nadie me había ido a buscar por lo que caí en manos del primer timador que por allí se encontraba. Le pagué la mitad de lo que en un principio me pidió para que me acercara al centro de la ciudad. Primer regate en India a un taxista que decía pertenecer a la red del gobierno. Y salimos ganando los dos: el económicamente y yo, pues, ¿Qué podía perder? ¿tres euros? No era mucho con tal de salir de aquel aeropuerto repleto de humedad y grados por encima de treinta. El instinto de supervivencia aparece siempre que lo necesitas así que junto a él me aferré a mi suerte y gracias a la ayuda de mis compañeras de trabajo aquella noche dormí como si nunca lo hubiera hecho. Eso si, con la sensación de estar en otro mundo, en otro tiempo.
MI camita


Pero ya ha pasado casi un mes y las cosas han cambiado. Ya tengo mi cuarto, y ya me manejo con mucha más soltura. Y gracias a esto disfruto, observo y aprendo cada minuto que pasa como si fuera el último.







La primera vez que comí entre indios intenté copiar sus movimientos, sus costumbres. Venía con algo aprendido de casa, como que la mano izquierda no la utilizan para comer ya que es con la que dan por finalizado sus momentos íntimos en el servicio. Es costumbre comer con la mano en este país y si os digo la verdad, me encanta. Con la izquierda debajo de la mesa (así es como lo hacen ellos) utilizo la derecha para apoderarme de los manjares indios. Recuerdo que me habían dicho que aquí iba a pasar hambre (típica frase que se escucha cuando sales de casa, como si en los demás sitios del mundo no se comiera) y de verdad os digo que la gastronomía india es de lo más variopinta a la par que sabrosa. Estoy conociendo la dieta vegetariana y lo estoy gozando como nunca. ¡¡¡Está todo tan rico!!!
Pav Bhaji, no os podeis imaginar lo rico que está

Les encanta el picante, los vegetales, el té, desayunar una especie de paella en la calle por la mañana temprano mientras comentan la jugada y tuercen la cabeza para ver pasar a este personaje dispar a su lado mientras no puedo hacer otra cosa que sonreir y la sonrisa me viene devuelta con un movimiento típico de cabeza y con respeto.


Les encanta el criquet, mascar tabaco y escupir una especie de líquido rojo que te lo encuentras en cada esquina y que alguna vez me tocó sortearlo al salir de sus bocas. 
Son devotos de sus dioses y religiones y son amigos de pararme y preguntarme de donde soy, sin dudar en acompañarme hacia mi destino intercambiando como buenamente podemos impresiones de la vida. Les encanta aprender cosas del lugar del que procedo y a mi me encanta contestarles y ver su cara al imaginarse por allí, quien sabe si algún día, disfrutando como yo lo hago aquí.

En la calle te puedes encontrar multitud de animales. Los omnipresentes cuervos con su odioso graznido, palomas, periquitos del tamaño de un halcón, ratas, ratones, murciélagos, lindos gatitos y otros no tan lindos, cabras, gallinas, ardillas, cientos de hormigas, miles de mosquitos de los que hacen daño y los pobres perros. Estos últimos con la maldición de ser considerados ladrones o violadores en vidas pasadas, por lo que no se cortan un pelo en darles una patada o un escobazo para que se aparten, ante mi impotencia por no poder hacer nada, ya que estoy en su tierra y soy yo el que se tiene que adaptar a ellos, no ellos a mi. Pero me apena ver a esos pobres animales llenos de heridas y quien sabe de que fauna en su piel, que hacen que las llagas sean visibles sin tener que acercarte. Y como no, la vaca sagrada de la india, blancas con su joroba rosa tiran de los carros y comen lo que pueden de las calles, porque sagradas serán, pero pasan hambre, sus delgados cuerpos me lo dicen.
A los indios les gusta sentarse y esperar no se muy bien el que, simplemente se sientan en cualquier lado, y hablan, se miran, se ríen y sobre todo gritan. Les encanta hablar a voces aunque su interlocutor este a menos de medio metro. Les gusta ir agarrados bien de la mano o cogidos por el hombro, eso si, siempre que a la persona que agarres sea de tu mismo sexo; todavía no he visto a una pareja hombre-mujer ir cogidos o besarse en público.
A los niños les gusta simular que están jugando al criquet, van por la calle solos y hacen el ademán de lanzar una pelota imaginaria, soñando con convertirse en una gran estrella de este deporte, aunque alguno no solo lo simula; mis vecinos juegan en el descansillo de la escalera a altas horas de la noche hasta que algún vecino sale a llamarles la atención. Cosas de niños…

Y por último os diré que lo que más les gusta en esta vida es tocar el claxon de los coches. Si tengo que ponerle una banda sonora a este viaje, creo que sería el pitido de cualquier vehículo. Pitan para pasar, pitan cuando están parados, pitan cuando arrancan, y pitan cuando se alejan… es algo exagerado. Y lo más gracioso de todo es que hay zonas en las que puedes ver señales de “Zona de silencio” con una bocina tachada y es ahí donde más puedes escuchar ese sonido que envuelve a esta ciudad amiga del caos, del desorden aunque todo envuelto en una extraña armonía.
This is Mumbai

lunes, 8 de agosto de 2011

Ber, el rey de los monos


Hoy sentí la necesidad de escapar de la gran urbe y perderme por alguno de los múltiples parajes que rodean esta gigantesca ciudad. Amaneció con el cielo casi despejado, y aunque esto no quiera decir que el día va a ser soleado decidí no esperar a ver la evolución del tiempo y con mi incansable mochila salí a la calle dispuesto a recorrer nuevos mundos cercanos. 
Como buen dominguero me acerqué a Colaba, la zona más turística de Mumbai, esta vez  cámara en mano, y rodeado de otros tantos amantes del séptimo día de la semana, todos ellos ataviados con sus mejores galas. Fui partícipe del abarrotamiento popular de las Puertas de la India, o como aquí se llaman, Gateaway of India, monumento construido en 1924 para conmemorar la visita del rey Jorge V a este país trece años antes de su construcción; pero también una puerta realizada con la intención de dar la bienvenida a todos los visitantes a este lugar mágico, de este país lleno de contrastes y diversidad de culturas.
 Y lo que es la vida, unos dicen hola y otros adios, como fue el caso del imperio británico, que se despidió desde este punto de una colonia que fue suya hasta entonces, allá por la  mitad del siglo pasado. 

Desde este lugar zarpan pequeños ferrys a una isla que está a poco más de una hora de Mumbai, llamada Elephanta Island; ese sería mi destino para el día de hoy. Parten barcos cada diez  minutos y en el que yo viajé había una diversidad cultural difícil de imaginar: rusos, israelitas, judíos ortodoxos, pakistanís, familias enteras de indios, americanos y un asturiano (con parte de alma gallega) dispuestos a disfrutar de un lugar lleno de vegetación y templos hindús que datan del año 600. El día se había nublado, pero nada iba a empañar ese pequeño viaje al pasado que acababa de comenzar.


Con los nervios de ver cosas nuevas me olvidé de llevar cualquier tipo de víveres, ni tan siquiera una botella de agua y durante el viaje me pregunté si allí habría algún lugar para comprar algo para pasar el día. Esto es India, el lugar del mercado y del negocio y nada más llegar vi que allí solo faltaba un supermercado. Decenas de mercaderes repletos de comida y bebida esperaban a los turistas que llegaban en manadas dispuestos a pasar una agradable jornada dominical.




La isla es pura selva; el verde predomina ante cualquier otro color, árboles y plantas se mezclan ente sí construyendo un paisaje amazónico difícil de olvidar.

 Decidí acelerar el paso y tomar la cabeza del grupo con el que había viajado en el barco, y al ser un día no laboral la gente se lo tomaba con calma, por lo que no me fue difícil perderlos de vista pronto. Al empezar a ascender hacia el monte donde se encuentran las cuevas me encontré de frente con Paryania (Dios de la lluvia) y su inseparable monzón, pero fueron respetuosos y se fueron pasados quince minutos para dar paso a un sol que amenizó mi excursión durante casi todo el día.






Las cuevas son cuatro y sin duda la primera es la más llamativa. Allí se pueden ver talladas en la misma piedra esculturas de los dioses hindús más importantes: el Señor Brahmā (el creador), el Señor Vishnú (el preservativo) y el Señor Śiva (el destructor del universo).


  

Varios guías se acercaban a mi para ofrecerme sus servicios, pero si os soy sincero, siempre me gusto viajar a mi aire, prefiero imaginarme las cosas, que aunque a veces seas erróneas, siempre son más fantasiosas y creativas que la realidad; cuestión de gustos. 






Pequeño templo dedicado a Shiva
Y gracias a hacerlo a mi manera me encontré con un  policía que rezó para mi dentro de una cueva (vídeo), a una pareja de maños muy majos que viajaban por India con los que mantuve una conversación amistosa y muy productiva, y hasta con un grupo de indios que me pidieron sacarse fotos conmigo como si de una atracción más de la isla se tratara, a lo que accedí encantado. Son gente tan cercana y llana que uno se siente, no como un bicho raro, sino como una unión entre culturas dispares en el espacio y en el tiempo. Con cuatro frases y poco más de veinte palabras que aprendí a decir en hindi conseguí acercarme más aún a esta gente encantadora que alucinaban al ver a alguien con la cabeza afeitada y con los ojos claros, algo nada común por estas tierras.
 

Continué mi aventura colina arriba para ver vestigios de la colonización británica. Dos enormes cañones estratégicamente colocados defendían antaño una isla con vistas al mar y rodeada de selva virgen. 

Allí me encontré con nuestros antepasados: los primates. Varios monos acechaban las mochilas de los que por allí investigábamos, y lo hacían de una forma poco cordial, más bien agresiva y desafiante. Afortunadamente son asustadizos, por lo que si les plantas cara suelen salir corriendo y trepar por los árboles para ponerse a salvo del animal más destructivo y peligroso que existe: nosotros, los humanos. Y digo esto porque me dio mucha pena ver aquella masa forestal repleta de botellas de plástico y basura que no llegó hasta allí de otra forma que por el descuido y el no saber estar que llevamos por bandera.



Interior del tren








La verdadera jungla


Después de recorrer la isla decidí volver a la verdadera jungla, a la ciudad en la que ahora vivo y tomar el tren para volver a casa. Es divertido viajar como lo hacen ellos, sin puerta que te separe de las vías y con una barra a la que agarrar tu vida mientras los trenes van y vienen.  El tren, como ya os dije, es otro mundo y aquí os dejo un vídeo del viaje entre estación y estación para que podais comprobarlo por vosotros mismos.
 Hoy es domingo y el tráfico de gente apenas existe, así que imaginaros esto con cientos de miles de personas  abarrotando los vagones.
SALUD Y FELIZ SEMANA


Por la ciudad te puedes encontrar todo tipo de edificios