domingo, 24 de julio de 2011

Cuando la suerte juega en tu mismo equipo


Tan solo llevo cinco días aquí, tiempo suficiente para ir acostumbrando el cuerpo a los sabores picantes, a vivir sin prisa y a jugarte la vida cada vez que tienes que cruzar la calle. Tiempo suficiente para darme cuenta de que la sociedad india no tiene nada, o casi nada que ver a la occidental. Toda mi vida he tenido la impresión de ser un poco bicho raro, pero aquí no tengo ese sentimiento, aquí simplemente lo soy. Me siento como una sueca en la España de los años sesenta, como Bernarda Alba fuera de su casa, como un Don Quijote fuera de la Mancha. Y lo único que he hecho ha sido pasear; pasear sin parar de saludar a cientos de personas que me miran extrañados y me sonríen e incluso me paran para preguntarme de donde vengo. Y en ningún momento he tenido la sensación de que esas personas se acercaran a mi para aprovecharse o sacar algo de un pobre diablo que va de un sitio a otro sin poder cerrar la boca y sin poder salir de su asombro ante tal cantidad de cosas hasta ahora desconocidas.

En cinco días he visto la pobreza extrema dormir a los pies de los más ricos. He visto a niños semidesnudos pedirme dinero y al cambiar la palabra “money” por una chocolatina sonreir como si de un tesoro se tratara. He sentido el calor del infierno, que aunque no haya visto reflejado en ningún termómetro, mi cuerpo ha sufrido los 70 grados y un 200% de humedad (y si, estoy exagerando pero os aseguro que ha sido mi sensación). Pero todo se puede llevar con dignidad cuando parece que la suerte sopla a favor del viento y se alían para hacerte la vida más fácil.

La noche de anteayer fue muy dura. Apenas pude conciliar el sueño debido a que unos mosquitos pandilleros decidieron instalarse en mi habitación y aprovecharse de este cuerpo, desnudo ante la brutal fuerza de estos invisibles seres tan pequeños como destructivos, por lo que a las nueve de la mañana decidí salir a la calle para poner fin a esa tortura. Con mi concha de la suerte venida desde Tanzania me eché a andar a ver lo que me deparaba el día, y como ya os he dicho fueron todo sonrisas y saludos, incluso desde las motos que pasaban me gritaban agitando los brazos para decirme 
“hi man”.
Y a eso de las tres de la tarde me reuní con un chico que alquilaba una habitación a tan sólo 10 minutos caminando de mi trabajo. No me podía creer que todo fuera saliendo como a pedir de boca, ¿donde estaba el pero? ¿donde estaba la dificultad? Sólo quedaba un obstáculo, solamente quedaba sortear una de las palabras más duras que existen, y no me refiero a otra cosa que al racismo. El chico tenía que hablar con el casero para ver si era posible que alguien extranjero ocupara aquel cuarto. Me pase la noche pensando en esa gente que tiene que huir de su país en busca de un futuro mejor, de una oportunidad que allí no tiene y cuando llega a ese supuesto idílico lugar se topa de bruces con los humanos que allí viven, con leyes de extranjería que los convierten en ilegales, con el más absurdo y estúpido mal de la humanidad que es creerse superior a alguien que simplemente se busca la vida fuera de su casa  y lejos de los suyos (que bastante duro es). Pero no amigos y amigas, como ya os he dicho en este caso el viento, la suerte y yo mismo nos hemos aliado y el casero ha accedido a que viva en su piso (aunque hasta dentro de una semana no tendré la confirmación oficial de la comunidad de vecinos). Me parece increíble que en una ciudad en la que las distancias son enormes, en una ciudad en la que para todo tienes que utilizar el transporte, casi pueda ver desde mi ventana mi lugar de trabajo. Simplemente puedo decir que me siento un afortunado. Se acabaron los hostales, hoy puedo gritar al viento que en India tengo un hogar.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Maravilloso!! o como dicen ahora los modernos; maravilloso, NO! lo siguiente.

MuacK, Muack

Anónimo dijo...

h bernardo que genial que ya tengas casa, mucho ánimo y pa lante pa lante,
un besazo
rosina turner

Anónimo dijo...

me gusta como escribes cabron, pero yo necesito fotos, necesito que tus ojos sean mis ojos en India! Please...mil besos
suerte pili...tk

Mike

Anónimo dijo...

La panda pide fotos y vídeos, no es posible imaginar lo que describes y los ruidos que se sienten al telefono. ¿Chapoteaste mucho en la riada?
Un besazo,

Miquina :-)

Berni La Plage dijo...

en cuanto compre una cámara empezaré a subir fotos!!!!