domingo, 31 de julio de 2011

Mientras hay agua hay esperanza


Hoy en mi ventana brilla el sol, rezaba la canción de Jeannette allá por los años 70. La verdad que nunca pensé que los monzones fueran algo así. Desde mi ventana solamente se ve lluvia; dos animales corren en el tejado de enfrente, y no me atrevo a asegurar si son ratas o ardillas peleándose por un trozo de comida y, como no, mis amigos los cuervos, con su incansable graznido que hacen que no te olvides que estás en India cuando te despiertas.


Decía mi amigo Llorch que la lluvia sólo es mala cuando no te quieres mojar, y creerme si os digo que los autóctonos del lugar adoran la lluvia, se les ve felices debajo de ella; y está claro que todavía no he sentido el calor asfixiante de esta ciudad para tener ese amor por el agua que cae desde allí arriba… yo no me quiero mojar. Supongo que esto ocurrirá para que no me sienta tan lejos de casa.














La semana ha transcurrido sin muchas novedades, salvo que después del trabajo me he ido a tomar mi primera cerveza india, que de casualidad es de la misma marca que la compañía aérea que me trajo hasta aquí, ¿os imaginais una cerveza marca Spanair? Pues aquí esas cosas pasan, lo mismo te montas en un avión transoceánico que te bebes esa birrilla acompañado de mi amigo Jim, en el conocido y reputado Hard Rock Café (que bien sienta al alma escuchar buena música). Cuando decidí volver a casa me pasé más de media hora debajo de un puente esperando a que la lluvia cesara y ante la negativa de ésta, decidí ir “río abajo” hasta llegar a casa. Parecía que venía del descenso del Sella.

Y si de canciones hablamos, había otra que decía “Volver a ser un niño” y eso es lo que he hecho hoy, si es que alguna vez dejé de serlo. Hoy me he rodeado de decenas de críos y he ido al cine a ver a mis queridos y entrañables amigos Los Pitufos. De todos es sabido mi cariño hacia estos pequeños seres azules y esta mañana me he pasado una hora y media inmerso en su mundo de color y fantasía, disfrutando como el que más de sus peripecias por la ciudad de Nueva York. Allí estaban el Filósofo, el Forzudo, la Pitufina, Papá Pitufo y todos los demás intentando, una vez más, escapar del malvado Gargamel y su simpático gatito Azrrael.  ¡Como me he divertido!, como he sentido a ese niño que llevo dentro y que ojalá nunca me abandone.

Del cine podría deciros que me impactaron varias cosas: una es que la gente no apaga los móviles y no se cortan en llamar, hablar, deja sonar los politonos mientras yo intentaba entender a mis queridos amigos pitufear en inglés. Otra de las cosas que me llamó la atención es que a la mitad de la película hacen un descanso para que la gente vuelva al bar y vengan cargados de palomitas, nachos, y demás negocio comestible para reiniciar la película cinco o seis minutos antes de haberla cortado (por si acaso a alguien no le da tiempo a gastar todas las rupias en ese sonido odioso de las palomitas crujiendo a tu lado). El negocio está servido y nosotros somos sus esclavos. En fin, si algo he sacado en claro en el cine es que ¡¡¡quiero un pitufo pero de los de verdad!!! Adorables.

Disfrutando de la lluvia a la orilla del mar
Y ahora, simplemente a contemplar el llanto del cielo, a ver como esas gotas limpian una ciudad atormentada por el sonido de los pitidos de los coches y una polución que poco a poco desaparece esperando a la siguiente estación, la del sol y el calor en la ciudad de Bombay.




Cruza como y cuando puedas


...trabajando
Mi lugar de trabajo

Con mi amigo Santos


 Haciendo la compra

Estación de tren a dos minutos de mi casa

Incongruencias 




 Al rico tomate
Real como la vida misma

miércoles, 27 de julio de 2011

Tiempo de monzones


Supongo  que por mucho que hable de lluvia mis compatriotas se reirían de mi. Tengo entendido que el verano en Asturias no ha existido o todavía no ha llegado antes de tener que marcharse. Siempre escuché que el precio que hay que pagar para tener un verde como el que allí hay es un precio muy elevado: cien maldiciones al día por no ver el sol, cincuenta malas caras a causa de ese agua que no desaparece ni en agosto y playas desiertas debido a una arena mojada que no invita a que te sientes y te relajes con el sonido de mi bravo e indomable mar Cantábrico. Pero creerme, esa lluvia es vida. En tres días que lleva lloviendo aquí, he visto más gotas de agua que en meses en el norte. Parece que un día soleado va a iluminar la ciudad de Mumbai pero en menos de tres segundos el cielo se torna de un color negro y  amenazante que presagia lo que en los siguientes cuatro segundos se convertirá en un auténtico rio de aguas con colores rojizos y oscuros que hacen que camines por charcos que te cubren casi hasta los tobillos, todo ello acompañado de un caos multitudinario que hace que esta ciudad se convierta en lo más parecido a…. Bombay en tiempo de monzones (no creo que exista nada más caótico).


Y si querid@s amig@s, os extraño a tod@s y a cada un@ de vosotr@s, desde el momento en el que nos despedimos empecé a echaros de menos, pero esto es India y aquí no hay tiempo para lamentos, solamente hace falta mirar a un lado o a otro para darme cuenta de la suerte que he tenido en esta vida: tengo una familia a la que adoro, un@s amig@s que sin los cuales no sería nada en este mundo. Aquí la pobreza hace que valores mucho más esos detalles que hacen que vivir sea cada día más apasionante a la vez que me pregunto si esta pobre gente que ves dormir en la calle con la lluvia golpeando hasta el último rincón de su alma moribunda no se merecen lo mismo que yo. Pero este mundo es injusto,  esto no lo he descubierto yo;  y otra duda recorre mi cabeza; si realmente existe un Todopoderoso ¿Por qué permite estas cosas? Ayer vi como sacaban a un “intocable” de debajo de un coche aparcado, y solamente se estaba resguardando de la incansable lluvia que azotaba la ciudad, y no es que el coche fuera a salir de donde estaba estacionado, simplemente aquel pobre hombre molestaba a las castas superiores. La diferencia de castas es incompatible con la evolución, la diferencia de castas es incompatible con la bondad y el hermanamiento. La diferencia de castas, simplemente es incompatible con la vida.
Y a partir de ahora prometo fotos y videos para que podais ver a través de mi mirada las incongruencias de una ciudad dominada desde las alturas por cuervos del tamaño de cigüeñas que hacen que no necesite despertador, ellos se encargan de hacerlo todas las mañanas.
Así sea.

domingo, 24 de julio de 2011

Cuando la suerte juega en tu mismo equipo


Tan solo llevo cinco días aquí, tiempo suficiente para ir acostumbrando el cuerpo a los sabores picantes, a vivir sin prisa y a jugarte la vida cada vez que tienes que cruzar la calle. Tiempo suficiente para darme cuenta de que la sociedad india no tiene nada, o casi nada que ver a la occidental. Toda mi vida he tenido la impresión de ser un poco bicho raro, pero aquí no tengo ese sentimiento, aquí simplemente lo soy. Me siento como una sueca en la España de los años sesenta, como Bernarda Alba fuera de su casa, como un Don Quijote fuera de la Mancha. Y lo único que he hecho ha sido pasear; pasear sin parar de saludar a cientos de personas que me miran extrañados y me sonríen e incluso me paran para preguntarme de donde vengo. Y en ningún momento he tenido la sensación de que esas personas se acercaran a mi para aprovecharse o sacar algo de un pobre diablo que va de un sitio a otro sin poder cerrar la boca y sin poder salir de su asombro ante tal cantidad de cosas hasta ahora desconocidas.

En cinco días he visto la pobreza extrema dormir a los pies de los más ricos. He visto a niños semidesnudos pedirme dinero y al cambiar la palabra “money” por una chocolatina sonreir como si de un tesoro se tratara. He sentido el calor del infierno, que aunque no haya visto reflejado en ningún termómetro, mi cuerpo ha sufrido los 70 grados y un 200% de humedad (y si, estoy exagerando pero os aseguro que ha sido mi sensación). Pero todo se puede llevar con dignidad cuando parece que la suerte sopla a favor del viento y se alían para hacerte la vida más fácil.

La noche de anteayer fue muy dura. Apenas pude conciliar el sueño debido a que unos mosquitos pandilleros decidieron instalarse en mi habitación y aprovecharse de este cuerpo, desnudo ante la brutal fuerza de estos invisibles seres tan pequeños como destructivos, por lo que a las nueve de la mañana decidí salir a la calle para poner fin a esa tortura. Con mi concha de la suerte venida desde Tanzania me eché a andar a ver lo que me deparaba el día, y como ya os he dicho fueron todo sonrisas y saludos, incluso desde las motos que pasaban me gritaban agitando los brazos para decirme 
“hi man”.
Y a eso de las tres de la tarde me reuní con un chico que alquilaba una habitación a tan sólo 10 minutos caminando de mi trabajo. No me podía creer que todo fuera saliendo como a pedir de boca, ¿donde estaba el pero? ¿donde estaba la dificultad? Sólo quedaba un obstáculo, solamente quedaba sortear una de las palabras más duras que existen, y no me refiero a otra cosa que al racismo. El chico tenía que hablar con el casero para ver si era posible que alguien extranjero ocupara aquel cuarto. Me pase la noche pensando en esa gente que tiene que huir de su país en busca de un futuro mejor, de una oportunidad que allí no tiene y cuando llega a ese supuesto idílico lugar se topa de bruces con los humanos que allí viven, con leyes de extranjería que los convierten en ilegales, con el más absurdo y estúpido mal de la humanidad que es creerse superior a alguien que simplemente se busca la vida fuera de su casa  y lejos de los suyos (que bastante duro es). Pero no amigos y amigas, como ya os he dicho en este caso el viento, la suerte y yo mismo nos hemos aliado y el casero ha accedido a que viva en su piso (aunque hasta dentro de una semana no tendré la confirmación oficial de la comunidad de vecinos). Me parece increíble que en una ciudad en la que las distancias son enormes, en una ciudad en la que para todo tienes que utilizar el transporte, casi pueda ver desde mi ventana mi lugar de trabajo. Simplemente puedo decir que me siento un afortunado. Se acabaron los hostales, hoy puedo gritar al viento que en India tengo un hogar.

viernes, 22 de julio de 2011

Cuando la locura se convirtió en ciudad


No se si mirar a derecha o izquierda, porque vienen por todos los lados. He visto a una cabra adelantar a una vaca mientras una moto con su padre y cuatro niños rozaba el taxi que venía en dirección contraria. Me decido a cruzar la calle y me quedó atónito al ver a un lugareño driblar a tres coches sin apenas inmutarse y una estúpida pregunta viene a mi cabeza ¿Quién es el valiente que se atreve a ir a la autoescuela aquí? No hace mucho, recuerdo que me decían que no fuera a Paris en coche, que aquello era la locura…. Paris es la Babilonia de la conducción, aquello no es tráfico, son sólo máquinas que circulan bajo las normas impuestas. Aquí todo es distinto, no existen las leyes, cruza cuando puedas manín y luego echa un vistazo por si viene algún coche, o una cabra o cualquier cosa con ruedas. Aquí las bacas no van encima de los coches, aquí las vacas tiran de ellos. Menos mal que son sagradas.

Y sí amig@s, esto es Mumbai, esto es el corazón surrealista de la  India, un lugar que, aunque solamente lleve tres días, no ha dejado de sorprenderme a cada paso que doy, cada minuto es distinto al anterior. Esa húmeda locura tropical hace que me sienta muy pequeño, con mucho que aprender en esta vida, apenas soy un principiante en vías de desarrollo y todavía borracho de inexperiencia. Queda mucho por andar….

Y si hablamos de surrealismo no podríamos olvidarnos de ese cuadro del que hoy he formado parte. Podríamos llamarlo “La rendición del más primo”. He preguntado donde tirar una cajetilla vacía de tabaco ya que no encuentras una papelera por más que busques, por lo que decidí ser uno más y tirar las cosas al suelo. En mi descanso laboral salí a fumar ese cigarrito que tanto apetece después de comer y al acabarlo y tirarlo al suelo para que acompañara a las veinte bolsas de plástico, a los doscientos treinta papeles que me rodeaban y a un numero infinito de partículas que no sabría muy bien explicar de donde habían salido, fue en ese momento cuando dos jóvenes con indumentaria gubernamental me asaltaron y me hicieron pagar una multa por ensuciar la ciudad. Lo primero que pensé fue que sería una broma de alguna de las ciento cincuenta cadenas de televisión que hay aquí, y después de buscar donde podría estar la cámara oculta me di cuenta de que no la había, que realmente me tenía que rendir  a la evidencia y proclamarme el más primo de los allí presentes.

Welcome to India


miércoles, 20 de julio de 2011

Érase una vez...



 Un día se cruzó en mi camino y no pude rechazarla. Un sueño hecho realidad, una pesadilla menos que cumplir.

La espera se había convertido en un manojo de nervios, un sin fin de dudas recorrían mi cabeza día tras día, ¿por qué yo? ¿Por qué ahora? Solamente había una respuesta que pudiera tranquilizarme: es tu hora Ber, es el momento de enfrentarte a ese país con el que tanto soñaste, de vivir de cerca los olores y sabores de India.

Pero antes de llegar tuve que plantarle cara a lo más duro, al momento que, a pesar de haberlo hecho tantas veces, nunca termino de acostumbrarme. Ayer fue el día de separarme de los míos, y eso me duele en el alma. Pero ha sido un dolor lleno de esperanza, un dolor unido al sentimiento de crecer como persona, de enfrentarme a un  mundo infiel a la igualdad.

 Siempre dije que nunca te fíes de los comentarios de la gente sobre ciudades y países, más aún cuando esa gente no estuvo allí. Me habían dicho tantas cosas que no sabía cual creer, tantos “un amigo de un amigo me dijo” que no sabía si esto sería blanco o negro, y como todo en la vida, existe el gris. No me encontré niños sin brazos en el aeropuerto, aunque seguro que los hay. El olor, uhmm el olor. Nada que ver a lo que me habían dicho. India huele a especias, India huele a hambre, a ilusión, a tráfico, a castas. India sólo huele a India.

Y ahora, desde esta habitación donde pasaré estas primeras noches os doy las gracias a todos y todas las que me habeis animado o ayudado a estar aquí. A tod@s los que siempre estais a mi lado cuando os necesito, vosotr@s también formais parte de este viaje, vosotr@s sois una parte muy importante de esta aventura. Por lo que esté donde esté, en cualquier rincón de este mágico país, habrá un trocito de vosotros acompañándome y guiándome porque para mi, los mios, sois lo más importante en la vida.

Aquí empieza mi aventura en India, dispuesto a disfrutar cada minuto, a aprender de cada persona que se cruce en mi camino, a crecer tanto personal como profesionalmente. Va por ustedes. 

Salud